miércoles, 23 de noviembre de 2011

Solaris

Solaris. Stanislaw Lem. Editorial Impedimenta. Traducción de Joanna Orzechowska. 296 páginas. 20’95 €.

Aprovechando el 60 aniversario de la primera publicación de Lem, aunque no su primera novela escrita, Impedimenta reedita Solaris, la que tal vez sea su obra más exitosa, traducida por primera vez directamente del polaco. Publicada en 1961, la novela se ha convertido con el paso del tiempo en su obra más conocida a nivel mundial.

Solaris supone una cumbre de la ciencia ficción debido a su estilo narrativo, en una primera persona minuciosa, que por momentos llega a ser agobiante y tensa hasta el extremo para un lector que se involucra completamente en la historia desde la accidentada llegada.

Kris Kelvin acaba de aterrizar con su nave en Solaris. En el planeta sólo hay tres hombres más, residentes en la estación de observación solariana a la que él ha sido destinado. Kris, psicólogo, llega allí para estudiar y analizar las extrañas conductas y actuaciones que están teniendo los demás.

Solaris es un planeta especial, nada parecido al nuestro. Tiene dos soles, y por lo tanto dos amaneceres y dos noches. Asimismo, no posee tierra firme, sino un inmenso océano que, además de estar cargado de elementos químicos, parece tener vida propia y pensar por sí solo.

El espectáculo que se encuentra Kelvin a su llegada no es, ni mucho menos, alentador. Los tres científicos le reciben con desconfianza e incluso con pavor. Snaut está asustado y le rehuye, Sartorius no se atreve a salir de su cubículo y, por si fuera poco, el que sería el tercero, Gibarian, se ha suicidado días antes de su aterrizaje. El desconcierto se apodera del protagonista.

Su reacción cambiará cuando Snaut le hable tímidamente de los “visitantes”, personas que aparecen cuando no deberían estar allí, y él mismo experimente la llegada de Harey, su mujer, que se suicidó años atrás y ahora no lo recuerda. La duda dejará paso a la confianza en el trabajo mutuo y los científicos intentarán estudiar el porqué de que el océano les envíe a estos seres tan reales y se introduzca en lo más profundo de su mente.

Lem crea una partida de ajedrez en la cual la ciencia y la psicología humana intentan ponerse en jaque continuamente. A lo largo de la trama Kris comprenderá que el recuerdo puede ser más fuerte que el sentido común y continuará su investigación con los sentimientos a flor de piel. 

El autor de Ciberiada o El hospital de la transfiguración, entre otras obras, alterna un lenguaje muy lírico, destacable sobre todo en la descripción del primer encuentro de Kris y Harey en la estación; con un lenguaje técnico-científico bastante adecuado, descriptivo y sencillo para el lector. Consigue crear una atmósfera intensa y angustiosa, un nuevo cosmos, en los que Kelvin mastica la dicotomía de lo real y lo irreal, la intensidad del amor y del recuerdo más íntimo y el miedo a la pérdida. 

Stanislaw Lem redactó una tesis novelada sobre las relaciones afectivas, la mente humana y el contacto con otras especies, con la excusa de una obra de ciencia ficción. Admirable creación, sin duda, que ahora recupera Impedimenta para su catálogo.

Publicado en Culturamas

sábado, 19 de noviembre de 2011

Vila-Matas: obras incompletas

El viajero más lento. El arte de no terminar nada. Enrique Vila-Matas. Seix Barral. 224 páginas. 17’50 €. 

Vila-Matas es una de esas personalidades literarias especiales, uno de esos escritores que nunca sabes con qué te pueden sorprender. En este caso, la sorpresa es menor, ya que su volumen El viajero más lento de Seix Barral no es más que una recuperación del conocido compendio de ensayos literarios que publicó Anagrama en 1992. En esta reedición el autor, eso sí, completa el conjunto con dos nuevos textos: el epílogo que da subtítulo a la obra, El arte de no terminar nada, y Café Bénabou. En el primer ensayo habla de la posibilidad que ofrece la literatura al lector de continuar él mismo la obra una vez finalizada la lectura. 

Puede ser el subtítulo de la obra –y así mismo el del nuevo texto incluido- una declaración de intenciones sobre lo que supone para Vila-Matas la Literatura: el arte de no terminar nada. Un constante cambio en el que tratamos de sacar algo en claro y encontrar respuestas a preguntas que quizá no las tengan. O tal vez sólo un juego. Muchos de los ensayos contenidos en este volumen tienen mucho de ese recreo. Es más, muchas de sus obras lo tienen. 

En El viajero más lento se atisban ya a lo lejos algunos de los caminos que el autor cogería después con su escritura. Muchos de los personajes que aparecen aquí mencionados serán los que aparezcan en obras posteriores del escritor catalán. Las ciudades son otro de los motivos, e incluso personajes, más importantes de su obra y también intuimos ya su relevancia. Lisboa, Dublín, París o Barcelona, que aparecen en la obra, serán los escenarios posteriores de París no se acaba nunca, Dublinesca o Una casa para siempre, entre otras. 

Una de las virtudes –o de los defectos, bendito defecto en ese caso- de Vila-Matas es la capacidad de hacer literatura de base literaria. Hablar de otros escritores, fundamentar sus obras en otras obras o hacer que giren en torno a la Literatura. Muchas veces he oído que se le critica por hacer algo que muchos llaman meta literatura y que, supuestamente, excluye de la obra a cierto tipo de lector. No lo creo en absoluto: cualquiera que se asome a las páginas de cualquier obra de Vila-Matas, en este caso de la que nos atañe, saldrá con un conocimiento mayor sobre los escritores y sobre los mecanismos de la Literatura en general. 

En El viajero más lento son muchos los nombres de escritores que salen a la palestra, dando muestra de lo que hablaba anteriormente. Conrad, Céline, Adolfo Bioy Casares, Echenoz, Jorge Luis Borges o su admirado Perec, que, entre otros, desfilan impasibles por las páginas de ruta de este viajero de la mano de uno de Bartleby, el escritor que dejó de escribir. Pongamos nuestra confianza en las musas para que Vila-Matas no deje de hacerlo nunca.


Publicado en Culturamas

domingo, 6 de noviembre de 2011

Fotonovela

Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer. Maximiliano Barrientos. Periférica. Relatos. 136 páginas. 16’50 €.

Basta con posar nuestra mirada sobre las tapas de esta pequeña obra para que empiece a poner en funcionamiento su mecanismo de seducción. El título es de los que atrapan y hace que ya merezca la pena incorporar el volumen a la biblioteca en cuestión. Si, además, le añadimos una sugerente fotografía de portada, es bastante probable que en cuestión de minutos hayamos quedado tan hechizados por el libro que viaje con nosotros en una bolsa o bajo nuestro brazo.

Efectivamente, el título no miente en absoluto. Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer consta de cinco relatos de personas que son jóvenes al comenzar la historia, pero que van incorporando a medida que esta avanza la sabiduría, cruda y cruel en ocasiones, del propio paso del tiempo.

Cuando somos adolescentes casi todo son victorias, nos sentimos ganadores, pero no sólo eso, sino que no aceptamos la posibilidad de que algo nos pueda hacer claudicar. No contemplamos la idea de ser derrotados. Y si caemos, las derrotas son más pequeñas que cuando crecemos. Los adolescentes –o jóvenes- que describe Maxi Barrientos también tienen estos pensamientos al comenzar la historia. Sin embargo, el tiempo avanza y la vida les infringe duras derrotas en forma de enfermedades, desamores, muerte o distancias insalvables. Se puede decir que este libro descompone esos instantes, esas fotografías, en los que la vida sacude a alguien que, tras recibir el golpe, comprende que la juventud y la belleza no duran eternamente. Son los instantes en los que aparecen las arrugas invisibles, los momentos clave en los que comenzamos a hacernos viejos y experimentados.

Sorprende la juventud del autor al tratar estos grandes temas con el criterio y el estilo aparentemente experto con el que escribe. Sin alcanzar ni siquiera los treinta y cinco, Maxi Barrientos se ha convertido ya en una de las figuras emergentes de la literatura boliviana e incluso del panorama latinoamericano de las letras.

Las historias están cargadas de metáforas sutiles, de amor y ruptura, de encuentros y desencuentros que se suceden a lo largo de los años. No obstante no se puede reducir a un conjunto de relatos que giran en torno al amor y las relaciones. Se trata más bien de los reveses y los giros que nos hacen tambalearnos, si bien es cierto que las relaciones y sus transiciones toman un protagonismo elevado en los cinco cuentos.

Barrientos juega con la idea de los recuerdos. Son a lo que él llama fotos en el título de la obra. ¿Qué son los recuerdos si no fotografías mentales que, voluntariamente –o no-, almacenamos en nuestra memoria visual o sensitiva? El autor boliviano muestra su estilo narrativo fragmentado a la hora de componer una novela puzle, en la que todas las historias ensamblan a la perfección, a pesar de que cada pieza sea distinta y responda a un nombre propio diferente al resto. 

Publicado en La Huella Digital