lunes, 7 de abril de 2014

Búscame a la salida del sol

Tres veces al amanecer. Alessandro Baricco. Anagrama. 

Alessandro Baricco se sirve de su anterior novela, Mr. Gwyn, para crear su nueva obra, Tres veces al amanecer. En aquella, el autor citaba un libro ficticio que ahora ha dejado de serlo. El libro supone, pues, una especie de metareferencia que, a su vez, no tiene nada de eso.

Baricco ha escrito una novela en la que se suceden tres encuentros, no necesariamente ordenados por su cronología, en los que una mujer y un hombre, los mismos siempre, en distintos momentos de su vida, tratan de salir de una situación complicada. Las conexiones que establece el autor entre ellas son tan sutiles que se podrían pensar como personajes distintos incluso.

En Tres veces al amanecer, el escritor italiano concede una importancia primordial al espacio –la historia siempre parte de un hotel– y al tiempo –tanto físico, el amanecer que siempre alumbra la historia, como abstracto, el paso del tiempo–. Pero no sólo estos elementos constituyen la obra; el autor de Seda nutre a su novela de una ambientación con cierto magnetismo y magia, con un toque de existencialismo en alguna conversación, y con una capa de barniz proporcionaba por un peligro que está siempre en la mente del que lee por omisión explícita.

Las narraciones de Baricco son sencillas, pero a la vez están dotadas de una complejidad elevada. Mediante esa aparente sencillez el autor reflexiona sobre la piel de sus personajes y envuelve una historia de azar, encuentros y soledades en la capa de lirismo casi onírico que se desprende de los tres relatos.

Los géneros se suceden a lo largo de las narraciones; a veces parece que leamos una historia policíaca negra, otras un thriller de huidas y enfrentamientos inminentes y, en otros momentos, la técnica narrativa se acerca más a la road movie. No obstante, los elementos comunes son varios en los tres relatos, lo que ayuda a hablar de un conjunto que, en el fondo, no es otra cosa que una novela.

El autor entrega una obra compleja, pero de fácil lectura. Una novela hecha de tres relatos que podrían ser independientes, pero que están cosidos con tal precisión que conforman una única prenda que viste, hace lucir y enriquece la narrativa del escritor transalpino.

La sociedad del cartón piedra

Lionel Asbo. El estado de Inglaterra. Martin Amis. Anagrama. 

¿Qué pasaría si a un paleto con pinta de hooligan, y que anda siempre cerca de la cárcel, le tocase la lotería? Es la pregunta que parece que se ha planteado el novelista Martin Amis para dar comienzo a Lionel Asbo, subtitulada como El estado de Inglaterra. Pero, en realidad, lo único que hace esta idea es dar pie y vertebrar una novela que, bajo su tono jocoso y bromista, guarda una crítica ácida y rebosante de mala leche en sus páginas.

El verdadero protagonista de la novela es Desmond Pepperdine, un adolescente que vive en casa de su abuela tras el fallecimiento de su madre. El chico nunca supo quién era su padre. En su casa de los suburbios también vive su tío, Lionel, un delincuente de pacotilla que gasta sus días en pequeñas fechorías, peleas y otras lindezas. Lionel, al que acompaña el sobrenombre de ASBO (de Anti-Social Behaviour Order, o lo que es lo mismo, Orden librada para casos de comportamiento antisocial), trata de introducir a su sobrino Des en sus prácticas de vida. Desde el porno (las páginas de maduras y hardcore) hasta la alimentación de sus perros de pelea, Lionel inculca sus cuestionables valores a su sobrino, que, en cambio, prefiere pasar los ratos libres entre libros e imaginando su futuro con mujeres reales.

Todo cambiará cuando, en una de sus estancias en la prisión, a Asbo le toque la lotería. Este hecho insólito, ya que el personaje no cree en los juegos de azar, provoca que comience un esperpento descrito por el narrador inglés con absoluto sarcasmo y con una brillantez literaria sin igual. La Inglaterra actual, y por extensión geográfica, el mundo occidental, quedan al descubierto en las páginas de Lionel Asbo. El culto excesivo al dinero y la fama, la sociedad de la televisión, el sensacionalismo de los medios de comunicación, los personajes de circo que deambulan de cadena en cadena en busca de unos euros (libras, en este caso) son retratados por la mordaz pluma del autor de Campos de Londres, entre otras.

La representación de los suburbios, con ese aire hooligan, remite por momentos a la literatura obrera de Alan Sillitoe pasada por un barniz de superficialidad, que no es ni más ni menos que el propio de nuestra época. Sin embargo, no es la única referencia que se agolpa en las páginas de Amis. Buscada o no, la novela recuerda en ciertos momentos a la crónica social de Dickens, pero también tiene el aroma de la literatura británica contemporánea, por ejemplo, Nick Hornby.

Lionel Asbo es una novela con un tono desenfrenado y salvaje (la relación que mantiene Desmond con su abuela Grace es una muestra de ello) que se desliza como la cámara de un cineasta para dar testimonio de la pérdida de pie de la sociedad británica. Lo que antes era una sociedad sustentada en unos valores muy remarcados, según cuenta el narrador de Martin Amis en esta obra, ahora ha pasado a ser un descontrol en el que los diarios y medios sensacionalistas y los esbirros de una sociedad asalvajada y sin moral se desenvuelve a la perfección, llegando incluso a las esferas más altas de la pirámide.

Todo ello desde un Londres suburbial, que aún parece guardar un cierto aire romántico, pero que, a su vez, se ha convertido en una jungla donde el más fuerte tiene las mayores posibilidades. Un Londres que no es el hábitat natural de Des, pero sí de Lionel. Una ciudad que golpea con la misma fuerza que los puños de los matones como Asbo. Una urbe que se rocía de colonia hooligan cada mañana, en la que la superficialidad, el circo y la pantomima han tomado toda la relevancia que podían. Lionel Asbo es una novela crítica, ácida, mordaz, narrada con el estilo y el humor que caracterizan a Amis, que lanza veneno en sus páginas y deja que su pluma, quizás la más afilada de las letras británicas, incida en esa casa de cartón piedra que da una visión certera, provocadora y sin concesiones del estado de Inglaterra.