martes, 31 de julio de 2012

Recaredo Veredas: “Madrid cada día se parece más a una urbe distópica”

La acción de nadar en agua helada puede ser “estupenda o una tortura”, comenta Recaredo, cuando habla del título de su nuevo poemario. Y la frase es aplicable igualmente al contenido de la obra. El poemario se disfruta y se sufre: es bello, atractivo y valiente, pero a la vez es crudo y rasga las entrañas hasta el punto de hacer partícipe al lector de esa crudeza. Nadar en agua helada no es la primera obra de Recaredo Veredas, pero sí su primera aparición en el pantano de la poesía. Anteriormente el escritor y crítico ha publicado el conjunto de relatos Pendiente y un libro de técnicas de escritura, Cómo escribir un relato y publicarlo. Ahora nos lleva a acompañar a unos personajes desvalidos en un mundo frío y gris, que recuerda vagamente a La carretera de McCarthy o a la tierra baldía de Elliot.


En el libro hay una gran presencia del color (sobre todo los oscuros y el rojo) y sus metáforas, ¿qué importancia tiene el color en tu poesía? Y yendo más allá, ¿en otros ámbitos literarios es fundamental? 

El color es un elemento expresivo, que sirve como correlato objetivo, es decir, para contar de manera indirecta. Su presencia -no solo en mi libro- tiene dos causas: puede estar vinculado con el sentido de la obra o puede tener un papel meramente estético (lo que no es necesariamente malo). Si aparecen el rojo y colores oscuros es porque creo que el poemario tiene esas tonalidades: es un poemario expresionista, o pretende serlo, y las referencias estéticas que lo alimentan utilizan esa paleta. 

El color puede ser importante o puede ser secundario, dependiendo del nivel de expresividad y el nivel de información directa que el autor emplee en su escritura. A mayor expresividad, mayor importancia del color. 

Durante todo el poemario se identifican imágenes relacionadas con el frío, la lluvia o el agua con temas como la soledad, la huida o el abandono. ¿Es el invierno más propicio a este tipo de sentimientos? 

Es la asociación más típica y tópica pero el verano puede ser devastador. De hecho, en verano hay mucho más tiempo libre y, por lo tanto, la soledad es mucho más patente. En la obra viven en una especie de invierno nuclear, aunque no haya habido un cataclismo al estilo La carretera (McCarthy), que posibilita la presencia continua de la lluvia, el frío. De una especie de eterno invierno. 

La guerra transcurre a lo largo de los fragmentos de Nadar en agua helada en los que unos se esconden, otros huyen, otros desaparecen… En ese sentido, ¿se puede considerar una obra política? 

Creo que toda obra es política de una u otra forma, aunque sea por omisión (la omisión de la política suele ser de derechas). Así que mi libro, como tal, posee un contenido político. Pero no sé cuál es. Supongo que un cierto humanismo escéptico, por denominarlo de alguna forma.


¿Cómo es la experiencia de nadar en agua helada? ¿A qué responde esta frase? 

Nadar en agua helada puede ser estupendo y revitalizante, si es una actividad buscada, o una auténtica tortura. El protagonista se encuentra en un contexto francamente complicado y no le resta otra opción que hundirse en el hielo e intentar sobrevivir, con el peso de su propia memoria y de las circunstancias externas. Es decir, nadar en agua helada. Además, me gusta la frase. Es decir, posee, por otro lado, una función puramente estética. 

La muerte es otro de los símbolos de Nadar en agua helada. ¿Se tiene siempre presente una cuenta pendiente con ella?¿Es la única certeza de los vivos? 

Sin duda, aunque en nuestra civilización nos empeñemos y nos empeñemos en negarla, la muerte está presente en cada minuto de nuestras vidas y es el motor que las impulsa. De momento -y me temo que va para largo- no hay manera de escapar de su omnipresencia. Creo, por otro lado, que mostrar lo oculto, aquello que no se ve o no se quiere ver es una de las labores fundamentales de cualquier creador. Por ello, entre otros motivos, me fijo tanto en la muerte. Supongo que necesitamos convivir con ella con mucha mayor naturalidad. 

Esa imagen de la muerte se presenta, en muchas ocasiones, en forma de animales (pájaros muertos, caballos despellejados…) y de hombres que se refugian en el calor de sus cadaveres. ¿Resulta difícil tratar con la muerte de los hombres? 

No especialmente. Lo que resulta difícil es mostrar una mirada moderadamente distinta de algo tan evidente y tan inevitable. El hombre carga con la conciencia de su muerte desde que existe y también desde que existe ha reflejado esa conciencia en papel, lienzo o cualquier otro formato. Por lo tanto abordar la muerte desde una perspectiva original es imposible, sin paliativos. Lo que sí puede intentarse es no caer en los tópicos más utilizados. 

Las ciudades que figuran en la obra son lugares inhóspitos, fríos, deshumanizados y con habitantes faltos de deseos. Me recordaron vagamente al Londres baldío de T. S. Elliot. Actualmente, ¿se están convirtiendo las grandes ciudades en espacios cada vez menos habitables? 

Depende, hay ciudades y ciudades, ámbitos y ámbitos. La mayoría de las ciudades y de sus periferias, al menos en España, son espacios dominados por la resaca de la avalancha de consumo que vivimos durante los primeros años del milenio. Madrid cada día se parece más a una urbe distópica, llena de edificios abandonados y de mendigos, lo que contrasta con el crecimiento del lujo. La imagen de la ciudad que aparece en el libro tiene numerosos referentes, desde Elliot al Lorca de Poeta en Nueva York, pasando por Ginsberg, Gamoneda... 

Cambiando de tercio, en los últimos tiempos han proliferado las series y otros formatos en el ámbito cultural. ¿Ha quedado la poesía, e incluso la literatura en general, en un rincónmenoren el plano cultural? 

Sin duda, la literatura cada día interesa a menos gente. Cada día existen más blogs y más revistas culturales digitales pero eso no implica un incremento del público. Somos siempre los mismos. Los mismos cinco o diez mil, no más. Estoy hablando de literatura literaria, no de literatura bestsellera (que, por otro lado, me merece todos los respetos). El escritor lentamente se sumerge en la marginalidad, a las nuevas generaciones les interesan otros formatos, aunque algunas editoriales independientes estén peleando para atraer a los sectores más jóvenes (con acierto variable). 

Se habla mucho de los cambios de paradigmaocasionado por la implantación de lo digital, pero el debate se centra sobre todo en la novela o la prensa. ¿Cómo consideras que pueden afectar los nuevos formatos a la poesía? 

Todavía es necesaria la función del prescriptor. Es decir, del editor, el filtro entre el escritor y el lector, que selecciona entre los miles y miles de manuscritos que miles y miles de potenciales escritores desean publicar. Los nuevos formatos difuminan su función y provocan que la web se llene de contenidos de muy poca calidad. Aún no existen prescriptores digitales con auténtica fuerza y no ocurre porque nadie -que yo sepa- ha conseguido rentabilizar la literatura en internet. Supongo, respondiendo a tu pregunta, que los nuevos formatos traerán mayor brevedad, mayor fragmentación y una pérdida aún mayor de los criterios de calidad. Un mayor amateurismo. 

¿Qué opinión tienes de los movimientos sociales y ciudadanos que están teniendo lugar en los últimos tiempos? ¿Influye o inspira la situación actual a la hora de enfrentarse al folio en blanco? 

Creo que son minoritarios. Ocurren en espacios muy pequeños que, además, poseen alta significación simbólica, lo que multiplica su efecto. Pero cinco mil, diez mil o cien mil personas en una ciudad como Madrid son muy pocas. La situación merecería una revuelta mucho más intensa, que implicara a toda la sociedad pero, por desgracia, el adormecimiento de los españoles, su anestesia generalizada parece no tener fin. Ni siquiera cuando lleguemos al treinta por ciento de paro y haya hambre de verdad nos levantaremos. Y, respondiendo a tu pregunta, no creo que tengan una auténtica influencia en la escritura actual, tal vez solo en cierta narrativa indie. 

Tuve un profesor que decía que leer y escribir literatura era ya una forma de disidir, ¿estás de acuerdo con esa afirmación? 

No. La literatura o la cultura no garantizan ninguna cualidad humana ni supone disidencia alguna. Por ejemplo, toda la cúpula directiva de las SS estaba doctorada. Tradicionalmente se ha vinculado a la cultura con la izquierda pero esa vinculación es, por un lado, muy hispana y, por otro, no siempre la izquierda implica una disidencia. 

¿Qué papel puede jugar la poesía en la sociedad actual? 

La poesía no debería ser uno de los géneros más damnificados por la revolución digital. Su brevedad debería garantizarle cierta viabilidad, aunque nunca se sabe. En cuanto a su papel, supongo que debe servir para mostrar al lector que hay otras personas que comparten los mismos sentimientos que él, además de para causarle cierta emoción estética. 

Siempre se ha identificado la poesía con el sentimiento del poeta frente a la novela, que sería la ficción o inventiva del escritor. ¿Se puede seguir contando una historia mediante versos? 

Claro, y se podrá seguir haciendo dentro de cien o doscientos años. La combinación de narrativa y lírica existe desde los abismos del tiempo. Es cuestión de graduar los elementos, de tomar un poco de lírica, un poco de prosa y mezclarlos con el debido talento, como hace un buen chef. 

Muchas gracias y enhorabuena por la obra. 

Muchas gracias a ti.

Publicado en Punto de Encuentro

miércoles, 18 de julio de 2012

Esencia de Holden Caulfield a la italiana

Tú y yo. Niccolò Ammaniti. Anagrama. 136 páginas. 14’90 €. 

Tú y yo comienza con una mentira, una de esas mentiras piadosas, sin apenas importancia, con la que el protagonista Lorenzo Cuni, un adolescente de catorce años, pretende pasar desapercibido para el resto de los mortales durante una semana. Para ello, asegura a su familia que una amiga le ha invitado a pasar unas vacaciones esquiando en la montaña. Su familia recibe la noticia con alegría, ya que sus sospechas de la inadaptación de Lorenzo a la sociedad se esfuman con esta invitación. 

Sin embargo, Lorenzo, que sólo aspira a que le dejen tranquilo y en soledad consigo mismo, se encierra en el sótano y empieza una semana de vida solitaria, ermitaña incluso, alimentándose de latas de conservas y coca colas, mientras trata de completar un videojuego y disfruta con las novelas de Stephen King. 

Niccolò Ammaniti ha comentado en alguna entrevista que Tú y yo es su novela más autobiográfica. Quizás por eso cuenta de una manera tan delicada ese sentimiento del chaval, esa soledad agria, el sentimiento de no pertenecer a ningún entorno, que le hace refugiarse en el sótano. 

El objetivo del plan es sencillo: pasar desapercibido, que nadie se entere de que está allí. Por eso, desde el principio de la novela vemos a Lorenzo desviando hábilmente los intentos de su madre de hablar con la madre de su amiga para agradecerle su cortesía. Pese a sus primeros éxitos, y como no podía ser de otra manera, el plan se desbarajusta por completo cuando irrumpe en su escondite Olivia, su hermana, hija de su padre en un anterior matrimonio. 

Ella será quien convierta la semana de Lorenzo en una vibrante aventura por la supervivencia. El joven no tendrá más opción que batirse cara a cara contra fuerzas que lo empequeñecen. Pero, a pesar de que su inferioridad le convierta en víctima fácil, ya sea al K.O. técnico o a los puntos, Lorenzo lo dará todo por salir victorioso en favor de su hermana. 

Tú y yo cuenta el aprendizaje de Lorenzo en los días en que el fin de la adolescencia y el principio de la madurez viajan compartiendo asiento. Esos días grises en los que un chaval que no entiende la vida se enfrenta a ella con la valentía que solo permite el desconocimiento. Sus enemigos son fuertes: el sentimiento de soledad, tanto dentro como fuera del núcleo familiar, la drogadicción o la muerte (destacable, y cargado de simbolismo, el pasaje en el que Lorenzo cuenta un cuento a su abuela en el hospital). 

La novela se estructura en una analepsis central, que ocupa casi toda la extensión de la obra, custodiada por una breve introducción y un cierre, de no más de tres páginas cada uno, que sirven para contextualizar la mirada retrospectiva del narrador. En el epílogo el narrador nos descubre el reciente final de esta historia. 

Niccolò Ammaniti describe en poco más de cien páginas el proceso de aprendizaje de Lorenzo Cuni, una especie de proyección del mítico Holden Caulfield en la sociedad contemporánea. La novela no necesita más, ni le sobra ninguna página. Es una historia condensada a la perfección por el italiano. No obstante, su brevedad no excluye temas tan trascendentales como el amor fraterno, el proceso de entendimiento y normalización de la vida, la soledad y la necesidad de evasión, la incomprensión o las drogas, entre otros.

Publicado en Punto de Encuentro

viernes, 6 de julio de 2012

Veinte mil años de viaje intergaláctico

Los inmortales. Manuel Vilas. Editorial Alfaguara. 224 páginas. 18’50 €.

¿Cómo se estudiará a nuestra generación, los de este siglo o incluso los de este milenio, cuando hayan pasado veinte mil años? Es a lo que parece jugar Manuel Vilas en su última novela, Los inmortales. Corre el año 22011 en la Galaxia Shakespeare cuando es encontrada una obra –o más bien unos restos de ella- en la que se retrata a los hombres del pasado. Los habitantes de la lejana Shakespeare, una evolución del ser humano que ha alcanzado la inmortalidad, descubren en este manuscrito a unos hombres amenazados por la muerte y la enfermedad, algo difícil de imaginar para ellos.

Manuel Vilas ofrece un juego histórico-temporal en el cual algunos hombres viajan a lo largo de la historia universal gracias a sus rencarnaciones. La inmortalidad es cuestión de algunos elegidos. En ese juego que propone Vilas, podemos ver a algunos de los personajes históricos más populares en situaciones disparatadas o en periodos temporales ajenos a los que vivieron en sus vidas reales, esas vidas que llenan los libros de texto de cualquier bachillerato que se precie.

De esta manera, descubriremos a un Cervantes, apodado Saavedra, que tan pronto charla con Robespierre como con un Kafka a punto de morir, o se enamora de Eva Braun y asiste a la conversación de Hendaya entre Hitler y Franco. La obra de Vilas tiene visos de revisión histórica y, a la vez, de travesura de historia-ficción. El escritor revisita todo tipo de escenarios, como los religiosos, con la desternillante historia de Ponti (el pontífice Juan Pablo II), un gamberro beodo, fan de Raffaella Carrà, que va de compras con Mother T (Teresa de Calcuta), con aventura sexual y coche fantástico incluidos.

La cultura es otro de los ámbitos en los que Vilas realiza su sátira. Nos encontraremos con escritores como Dante Alighieri (ahora Dan), convertido en un beatlemaniaco tatuado y fan de los Sex Pistols, que viaja a Irlanda con Pablo Neruda (Nefta), un tipo orgulloso de su iPhone 4. En Irlanda tropezarán con James Joyce, en forma de holograma, y el dublinés les pedirá una alocada y violenta misión. También podemos ver a un relajado Vírgil (Virgilio) acompañando a Fede (García Lorca) a sus vacaciones en Cambrils.

El propio escritor aragonés no queda exento de la parodia y se codea con un rey Juan Carlos I caricaturizado al máximo, en un futuro imaginario en el que, además, representa a España en el primer viaje literario a la Luna. En el ámbito artístico encontramos a Pablo y Vin (Picasso y Van Gogh, como no podía ser de otra forma) envueltos en una orgía desenfrenada de gordas.

El mundo que esboza Vilas a través del manuscrito es un mundo loco e hilarante, que es representado de forma brillante e ingeniosa. El escritor se vale de un constante juego de tiempos y un lenguaje rítmico con un tono de pantomima, que se encarga de esconder su honda crítica a la alta cultura y a la condición humana.

Una América Latina convertida al islam por Hugo Chávez, el último comunista en la tierra escuchando los mensajes del fantasma de Stalin, o un arcángel encargado de organizar a los inmortales, que van y vienen a lo ancho y largo del Tiempo, son algunas de las quimeras que nos esperan en esta novela. Una obra basada, sin duda, en el sentido del humor y la crítica colorista –casi pop- a la sociedad actual, con la excusa de hacerlo desde un futuro muy lejano que, a efectos prácticos, no queda tan lejos en realidad.

Estamos ante una novela transgresora que, seguro, no dejará indiferente a ningún lector.

Publicado en Punto de Encuentro