miércoles, 20 de octubre de 2010

Los secretos de La librería


La librería. Penélope Fitzgerald. Editorial Impedimenta. 192 páginas. 18’40 €.


Hace poco tiempo leía un texto de un amigo en el que comentaba lo difícil que resultaba la creación de un espacio en el que desarrollar una historia. Como ejemplo de acierto en esta práctica hablaba de la novela de Kirmen Uribe, Bilbao-New York-Bilbao, y del hogar que aparecía y en el cual se sucedían algunos de los hechos de la novela.

Algo similar ocurre con la novela de Penélope Fitzgerald. En este caso el lugar creado a la perfección es el pueblo, aunque introduciéndonos más en el entorno de éste, la librería Old House, que regenta la señora Florence Green. Durante toda la novela da la impresión de que el propio lugar esté situado siempre por encima de los personajes, como si la autora intentase dejar claro que esta es la verdadera protagonista y no los personajes que conviven dentro.

En Hardborough existe un edificio abandonado. La señora Green se decide a montar una librería en ese espacio, ya que el pueblo no goza de ninguna instalación dedicado a este fin, pero en seguida empiezan a asediarle las complicaciones: algunos vecinos del pueblo no conciben el porqué de este nuevo local, las envidias empiezan a aflorar, y por si fuera poco, el edificio, muy idealizado durante toda la trama, tiene su propio poltergeist, digno de película.

Al tratarse Hardborough de un pueblo pequeño, es difícil guardar secretos bajo llave. También esto consigue retratarlo con gran fidelidad Fitzgeralz en sus palabras. A lo largo de toda la extensión del texto consigue captar a la perfección la esencia de un pueblo pequeño, en el que todos los vecinos, o casi todos, se conocen.

Otro de los puntos importantes sobre los que gira la historia es la relación que la señora tiene con su ayudante, la niña Christine. Tiene mucho cariño a esta niña, que le ayuda en todo lo que puede, pero llegado el momento, se tendrá que marchar a seguir con sus estudios fuera, por lo que su puesto quedaría huérfano. La señora se tambalea siempre entre las dudas ante la pérdida de su ayudante y la ilusión por la nueva vida de esta y sus estudios futuros. En algunos momentos la relación que ambas mantienen se asemeja a lo que podría ser una relación materno-filial.

Sin embargo, el verdadero punto de giro tiene lugar sobre el dilema que mantiene la librera sobre si sería aconsejable traer a sus estanterías la controvertida novela, Lolita, de Nabokov. Algunos le aconsejan que sí, pues es una obra maestra, pero otros la advierten de la polémica que puede suscitar, entretanto algunos tratan a toda costa de hacer presión para la negativa de la librera a incluir la novela en su catálogo.

Penélope Fitzgerald crea toda una amalgama de personajes, pero por encima de todo crea un lugar, la librería Old House, desde la que nos desvela algunos de los entresijos del gremio de libreros, desde el punto de vista de una anciana que se aventura a la apertura de una librería en un pueblo durante una época un tanto compleja para la literatura.

Publicado en Pero Libros

lunes, 18 de octubre de 2010

Fotografías mentales

LIGERAMENTE DESENFOCADO - 3

Existe una extraña habilidad creada, casi exclusivamente, para la gente que gusta de la fotografía. Se trata de la posibilidad de hacer fotos en momentos en los que no disponemos de una cámara. Esto quiere decir, realizar “fotografías mentales”.

¿Quién no ha pensado alguna vez: “Ojalá tuviese aquí mi cámara” al ver cualquier posibilidad fotográfica? Me ocurre frecuentemente que camino por la calle cuando, de repente, algo me llama poderosamente la atención. Una imagen está ahí perfectamente preparada para que yo saque el equipo y la inmortalice por las eternidades. Pero en esos momentos nunca tengo cámara.

Entonces es cuando se activa este procedimiento. Me detengo a observar aquello que considero es una buena fotografía. Y la contemplo con tal atención que acaba por interiorizarse de tal manera que es como si verdaderamente hubiese accionado el botón del disparador.

Ocurre así que tengo carretes y carretes repletos de fotografías que nunca he tomado. Paisajes a través de la ventana del tren, retratos de la chica que más me gusta fotografiar, imágenes de músicos y artistas callejeros que hubiese tomado de haber tenido posibilidad… Mi retentiva actúa de esta manera como una especie de galería de exposiciones en la que guardo miles de imágenes que he ido adquiriendo “mentalmente”, y que nunca he llegado a ver impresas o en la pantalla de un ordenador, pero que, sin embargo, puedo rememorar incluso mejor, a veces, que las que sí tomé en otro momento.

Publicado en Culturamas

martes, 12 de octubre de 2010

Ser bueno está muy sobrevalorado

Hace tiempo ya que los dibujos animados, y más concretamente la animación, dejaron de ser exclusivamente material para niños. Por si acaso, la nueva película de animación Gru, mi villano favorito viene para dejárnoslo claro.

Gru es un villano venido a menos que vive apaciblemente en su oscura mansión en el centro de la ciudad. Hace tiempo fue uno de los villanos de más renombre del
mundo. Ultimamente, él y su enorme plantilla de minions -unos pequeños, y muy simpáticos, bichitos amarillos que están a su servicio dentro de la casa- no tienen demasiado trabajo.

Todo cambiará cuando alguien roba la pirámide de Giza. Entonces, Gru se dará cuenta de cuánto prestigio ha perdido en el mundo del villanaje y se planteará un nuevo y gran robo: la luna. Pronto comenzará a trabajar junto a sus incansables minions para dar el golpe.

Sin embargo, la operación se verá fuertemente alterada con la llegada de tres huérfanas a las que Gru adopta con el fin de que le ayuden a robar una máquina a su archienemigo Véctor. Pero las niñas irán moldeando el carácter de un villano que resultará ser no demasiado maligno.

La película tiene una gran factura, con unos dibujos perfectos y una animación exquisita. La historia tiene muchos puntos destacables en cuanto a la narrativa, y está desarrollada con una brillante factura. Como puntos fuertes destacaría, por supuesto, el humor ácido de los minions y los grandes momentos que regalan al espectador las tres niñas: Margo, Edith y Agnes, tiernas y divertidas a su vez.

Como dice la leyenda del cartel: “ser bueno está muy sobrevalorado”.

Publicado en A mí películas

lunes, 11 de octubre de 2010

Los peces y los árboles se parecen

Bilbao-New York-Bilbao. Kirmen Uribe. Seix Barral. 208 páginas. 19 €.

Así comienza la novela de Kirmen Uribe. Desde la primera frase es diferente. El novelista crea una atmósfera tan familiar dentro de sus páginas que su obra se convierte en uno de esos libros que uno quiere seguir leyendo en cualquier momento que tiene, pero en el que a la vez supone una tristeza llegar al desenlace.

El recurso narrativo utilizado por el autor es magnífico. Un viaje de avión entre Bilbao y Nueva York le sirve para dar pie a contar la historia de toda una familia de marineros vascos. Como él mismo dice haber buscado, la historia dista mucho de ser una de esas grandes obras familiares del siglo XIX, en las que la prosa toma todo el protagonismo. Kirmen utiliza, por el contrario, cartas, pequeñas canciones populares, mensajes en la red y diarios… como ejemplo de la ausencia de linealidad de la novela clásica.

Además, el autor plaga sus páginas de historias, reflexiones y anécdotas, que hacen de su lectura algo verdaderamente suave y sencillo, que engancha al lector mientras entreteje la historia. Esta comienza cuando a Liborio Uribe, su abuelo, le dicen en el hospital que morirá y se lleva a su nuera a ver un mural del pintor Aurelio Arteta que tuvo importancia en su pasado.

A partir de este momento se engarzan magistralmente las historias de cuatro generaciones: el abuelo de Kirmen, sus padres, el propio escritor y su mujer Nerea, y, por último, Unai, hijo de ella, que le nace a Kirmen “con trece años”. El hilo argumental gira en torno al misterioso nombre de la embarcación con la que faenaba Liborio: el Dos Amigos. ¿Quién es “el otro amigo”?, se pregunta Kirmen, que descubrirá más de lo que buscaba en su investigación sobre esta cuestión.

Las historias que se van desgranando poco a poco mientras el avión sobrevuela el mundo rumbo a New York son verdaderamente cautivadoras, algunas muy líricas. La poética envuelve continuamente esta novela, que para algunos críticos ya está considerada como uno de los mayores exponentes de literatura vasca. No sé calibrar hasta tal punto, pero desde luego, es una de las novelas contemporáneas que más me han mantenido con la atención en sus páginas.

A lo largo del viaje, aparecerán en las páginas numerosos nombres, entre los que se mezclarán miembros de la familia, como el abuelo Liborio, el padre de Kirmen, José Uribe, patrón del Toki Argia, o su tío Boni, todos marineros; con pintores, artistas y personajes famosos, como Picasso, Aurelio Arteta, Ricardo Bastida, o el político socialista Indalecio Prieto, entre otros. Lo bello de estas apariciones es que en ellas siempre se cuenta una hermosa historia, como la relación amistosa entre estos dos últimos, salvando sus abismales diferencias.

Bilbao-New York-Bilbao, ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2009, como galardón más importante entre otros muchos obtenidos, supone un viaje retrospectivo hacia el discurrir de una familia de pescadores, y además un alegato para el recuerdo de una profesión cada vez más en decadencia. Una novela que rompe los moldes clásicos y que tiene un claro olor a mar. Disfruten el viaje.

Publicado en Pero Libros

jueves, 7 de octubre de 2010

Sobre lo complejo del amor

El amor de Erika Ewald. Stefan Zweig. Editorial Acantilado. 107 páginas. 10 €.

Para empezar diré que Stefan Zweig es, desde mi punto de vista, el mejor escritor de novela corta que nunca he leído. Como muestra de ello tenemos Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, El candelabro enterrado o la obra que ahora nos atañe El amor de Erika Ewald.

Erika es una joven profesora de piano que vive en Viena, que empieza a encontrarse frecuentemente con otro joven músico, en su caso violinista. Poco a poco va surgiendo el amor entre ellos y sus vistas comienzan a ser mucho más frecuentes que hasta entonces. Erika se va enamorando sin remedio del joven músico, y según parece él la corresponde totalmente.

Pero no hablamos, en este caso de ningún cuento de hadas, con lo que es preciso un desencadenante punto de ruptura sobre el que empezar a desarrollar un nudo y desenlace de la obra. Este punto de inflexión llega cuando el chico le dice que no puede seguir viéndola porque, aunque la quiere, se debe a su arte.

Es entonces cuando el magnífico autor comienza un viaje por los sentimientos de Erika, que pasa por todos los estados de ánimo posibles; desde el alocado amor juvenil y adolescente que siente cuando empieza su relación, hasta el más profundo y doloroso desengaño que sufre por determinadas situaciones.

Stefan Zweig narra, como siempre, de maravilla, los entresijos de la relación amorosa entre dos personas. El autor austriaco desgrana de una manera sublime los sentimientos de sus personajes, que son perfilados minuciosamente. Creo que es de los pocos escritores capaces de dotar a sus personajes de unos sentimientos tan reales y tan puros.

Todos sabemos que del amor derivan una serie de sentimientos, que van desde la mayor pasión existente hasta el despecho más cruel y la venganza más fría que se puedan imaginar. Pero, por si acaso alguien no es conocedor de los complejos mecanismos de una relación amorosa, en todas sus variantes y fases, puede coger esta novela corta -tan sólo 107 páginas- y sentarse durante un rato para disfrutar de la lectura con uno de los mejores escritores que ha dado Austria.

Publicado en La Huella Digital

martes, 5 de octubre de 2010

Fina literatura

Seda. Alessandro Baricco. Editorial Anagrama. 180 páginas. 10’50 €.

Nunca me gustaron las obras de literatura romántica. Con esto me refiero a ese tipo de obras en las que el amor es tan evidente y proclamado en tan alta voz que resulta pasteloso desde cualquier ángulo que lo cojas. Si bien es cierto que respeto este tipo de novelas, y admiro su producción y el trabajo que conlleva escribirlas, por supuesto, pero nunca me atrajeron lo suficiente. Es por esta razón por la que tuve un ligero recelo durante un tiempo antes de coger esta novela y sentarme a leerla. Tras la recomendación de varios lectores, que generalmente recomiendan buenas obras, y de algún que otro personaje, me lancé a su lectura.

Y he de decir que no me sentí defraudado. La primera vez que la leí me embaucó muchísimo la delicadeza que muestra Baricco a la hora de describir las sensaciones, corpóreas o no, de sus personajes. Tan delicada como el tejido que le aporta el título y sobre la que gira la historia que se narra en sus páginas.

Herve Joncour, un hombre francés, que reside en la ciudad de Lavilledieu, se ve llevado por azares del destino al mundo de la industria de la seda. Al poco tiempo de empezar a trabajar, una enfermedad de los gusanos obliga a los empresarios de la industria a plantearse sus negocios en el extranjero.

Para ello se organiza una especie de cooperativa y el encargado de viajar a Japón es el protagonista. Supuestamente, se trata de un solo viaje, pero tan importante que saneará el problema de la seda y la enfermedad de los gusanos en Francia, y además aportará grandes riquezas a los empresarios.

Sin embargo, el viaje deriva en otros viajes a la tierra de los samuráis, y esto es lo que se cuenta en este libro, que en palabras de su propio autor “no es una novela. Ni siquiera un cuento. Ésta es una historia”.

Sorprende la manera de contar el amor sin apenas mencionarlo. Alessandro Baricco cuenta una preciosa historia de amor y deseo haciendo alusiones escasas a lo mucho que una persona quiere a otra o deja de quererla, centrándose más en las sensaciones que experimentan sus personajes y en unas conversaciones muy delicadas, tejidas bajo la tenue luz de los dormitorios de éstos.

Va llegando el momento de dejar de escribir y que cada uno coja su ejemplar de esta novela. Queda poco más de añadir. Tan sólo que la historia transcurre en 1861 y que Herve Joncour tenía, por aquellos entonces, treinta y dos años.

Publicado en La Huella Digital