lunes, 20 de octubre de 2014

'Galveston', noir humano y filosófico

Galveston. Nic Pizzolato. Salamandra Black. 284 páginas.

Es innegable la importancia que ha tenido la aparición de la serie True Detective (HBO, 2014) en la imagen de Nic Pizzolato como autor. A raíz del éxito mundial de la producción, tanto el público como la industria cultural han elevado el nombre del guionista y escritor a un escalón más alto del que se encontraba. Gracias al éxito de la ficción televisiva, Salamandra Black se ha lanzado a editar la novela que escribió en 2010. Y se agradece.

Lo cierto es que en Galveston se hayan trazas, espitas, de lo que posteriormente sería True Detective. La narración fragmentada en dos tiempos y la Nueva Orleans sórdida de carreteras, pantanos y moteles, rememoran los espacios en los que el escritor situó la historia de Rust Cohle y Marty Hart. Sin embargo, en su novela, Pizzolato configura un relato con entidad propia sobre los perdedores y las huidas hacia delante que estos llevan a cabo.

Roy Cody es un tipo duro profesional, uno de esos sureños con acento que guarda tanto misterio bajo su halo sigiloso. Diagnosticado con un cáncer casi terminal de pulmón y con la sospecha de que su jefe quiere borrarlo del mapa, emprenderá una huida frenética en la que se topará con Rocky, una joven con un pasado muy oscuro, y su hermana pequeña, Tiffany, que le acompañarán en su viaje hacia ninguna parte.

Nic Pizzolato se sirve de un ambiente de tensa, casi opresora, tranquilidad para dar pie a sus diálogos, casi siempre ingeniosos y con cierto tono filosófico de trasfondo. En Galveston nos adentra en un mundo repleto de personajes con pasados traumáticos y futuros dudosos. El fresco casi familiar que dibuja en el motel Emerald Shores es el claro ejemplo de este collage de perdedores que huyen de todo, casi incluso de la vida, en sus páginas.

El escritor proyecta el relato desde el futuro del protagonista, veinte años más tarde de la historia principal, a través de la narración que este hace de los hechos ante otro de los personajes. Esa distancia le sirve para contar el tiempo posterior, la escapada, de un conjunto de personajes quebrados (quizás el mejor ejemplo de esa fractura emocional sea el patético y tristísimo encuentro de Roy con su ex).

Galveston es un noir que se adentra con total acierto en los terrenos pantanosos de la memoria, el principio de la vejez y la lealtad, entre otros temas. Nic Pizzolato demuestra una habilidad exquisita para estructurar su historia en dos tiempos (de la misma forma que haría cuatro años después de escribir esta novela en la muy citada True Detective) y para dotar a los personajes de un cuerpo filosófico y humano de gran entidad. Llena de matices y con algún giro imprevisible, la novela nos mantiene con el interés y la incertidumbre desde la primera “escena” hasta el desenlace, con un encuentro final magnífico, bellísimo y perfectamente narrado a través de la melancolía y el recuerdo de un protagonista profundamente herido por el filo del tiempo.

Publicada en Otro Lunes, nº 34, octubre de 2014

Talking Dust Bowl Blues

Una casa de tierra. Woody Guthrie. Editorial Anagrama, Barcelona. 2014. Edición e introducción de Douglas Brinkley y Johnny Depp. Traducción de Jesús Zulaika. 272 páginas.

El Dust Bowl fue un fenómeno meteorológico propio de la década de los 30 que tuvo lugar en las grandes llanuras norteamericanas. La sequía, que duraba años, provocaba que las corrientes de aire elevasen grandes nubes de polvo y arena, hasta el punto de que, en mitad de las tormentas más violentas, ni siquiera se alcanzaba a ver el sol. El Dust Bowl tuvo lugar en mitad de los años de la Gran Depresión, convirtiendo a la década en uno de los peores periodos para la población rural estadounidense.

La serie de HBO, Carnivàle, reflejó mejor que ninguna producción este lapso de tiempo. El circo ambulante en el que se centraba la producción recorría los grandes espacios, buscando pueblos en los que instalarse durante unos días. En uno de los capítulos asistíamos a una de estas grandes tormentas de polvo. El “viento negro” asolaba el campamento y escondía el sol, proporcionando el ambiente perfecto para la oscura mística que mostraba la ficción de Daniel Kauffman.

En el año 1946, el cantante folk Woody Guthrie se enfrascó en la escritura de su novela Una casa de tierra. Marcado por las vivencias que le proporcionaron las tormentas de polvo, que sufrió en su modesta casa de madera, casi más bien un cobertizo, el artista comenzó a escribir a raíz de unos folletos del gobierno en los que se mostraba a los ciudadanos cómo construir una firme casa de tierra, con ladrillos de adobe que podrían crear con facilidad y que aguantarían mejor las adversidades. Esa es la historia que Guthrie narra, con una prosa popular y poética a un mismo tiempo, en Una casa de tierra.

La narración posee el nervio propio que caracteriza los versos del cantante, crudos y lánguidos. De hecho se puede leer la novela del norteamericano como una extensión al “This land is your land”, el himno folk compuesto por Guthrie en 1940: “When the sun came shining, and I was strolling/ and the wheat fields waving and the dust clouds rolling, /as the fog was lifting a voice was chanting:/ This land was made for you and me.” La última frase, la más reconocida de la letra, repetida varias veces, resuena entre las páginas de Una casa de tierra. La pareja protagonista, Tike Hamlin y Ella May –un matrimonio que ronda los treinta años, sufre para poder pagar sus deudas y facturas y, por si fuera poco, están a punto de ser padres–, sólo anhela un trozo de tierra propio en el que poder construir su vivienda y, por extensión, su nueva vida. 

La imagen de Tike trae a la memoria la del propio artista folk. El protagonista del libro es un trasunto del propio Guthrie, tiene sus miedos, sus debilidades, su carácter… Pero no es la única parábola que desliza el autor en esta obra. La lucha popular, las penurias y, por ende, la proyección de una buena vida entre las cuatro paredes de tierra se antoja como un reflejo de la lucha contra el capitalismo imperante en esos años. La casa de tierra no es otra cosa que el trabajo del pueblo frente a las grandes construcciones de la ciudad, que simbolizan vagamente al empresariado capitalista, o las tormentas de polvo que destruyen el trabajo del pueblo, en un símbolo mucho más evidente.

De esta forma, entre los dolores propios del embarazo de Ella May, la desesperación ante la oscuridad de la gran tormenta y la ilusión por prosperar y dar un nido a su hijo, se suceden las páginas de una novela que se estructura en cuatro episodios. Una casa de tierra está repleta de simbologías y significantes, alberga narraciones explícitas, como las escenas sexuales, muy polémicas en la época de su escritura, y supone una poética denuncia, mediante un realismo crudo y combativo, a una situación cruel y difícil. Si el “This land is your land” es el gran himno folk de Woody Guthrie, Una casa de tierra debe leerse como una continuación o un hito paralelo que nos ayuda a conocer mucho mejor la intrahistoria de Estados Unidos, así como la personalidad del artista.

Publicado en Otro Lunes, nº 34, octubre de 2014

Historias del pre-crack

Especulación. Thomas Wolfe. Periférica. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas. 91 páginas.

Un crack, o crash, generalmente viene precedido de una burbuja que, de repente, estalla. Durante años, el globo se hincha, se hincha y se hincha, hasta que no puede soportar más su propio peso y explota dejando restos aquí y allá en su inconstante caída. Es difícil acertar en el punto exacto en el que el globo se pincha. Pero, como en esas fotos captadas a cámara superlenta, existe. 

Se dice, a menudo, que el sistema capitalista se basa en ciclos de burbujas. Quizás el niño que juegue con el pompero sea un tanto macabro, pero lo cierto es que tiene sentido encontrar similitudes entre lo vivido en el año 1929 y sus predecesores con lo ocurrido en la crisis económica actual y el camino por el que se ha llegado hasta aquí. Cualquiera que lea Especulación, hoy, contaminado por los efectos de la economía actual, comprobará que es así.

Thomas Wolfe, narrador excepcional y coetáneo al crack (tenía 29 años entonces), presenta a un hombre que retorna a su pueblo tras un periodo fuera y narra con acidez y un humor oscuro los cambios que han llevado hasta ella lo que ahora conoceríamos con la molesta coletilla de “vivir por encima de nuestras posibilidades”. La fiebre capitalista se ha apoderado de cada esquina de la ciudad, donde se levantan edificios colosales en cada terreno. La especulación (que da título a la obra) y el boom inmobiliario han llevado la ciudad a un estado febril del que colabora casi todo el pueblo.

En un momento de sus paseos por la ciudad, el profesor universitario que actúa como narrador lo resume en la siguiente frase: “Era algo loco, exasperante, ruinoso. Habían derrochado las ganancias de toda una vida para hipotecar las de toda la generación venidera; se habían arruinado a sí mismos, a sus hijos, a su ciudad y nada podía detenerlos.” Es inevitable que la sentencia no nos retrotraiga a la actualidad, con una generación (si no más) completamente hipotecada por los excesos de unos pocos. 

El escritor norteamericano se sirve de la extrañeza de un personaje que actúa como outsider y no entiende lo que ha llevado a sus vecinos a convertir la ciudad en la locura que se ha convertido. El regreso de John que “documenta” Wolfe data de julio de 1929, últimos días de los (in)felices años veinte. Quizás es verdad que la felicidad se encuentra en la ignorancia, ya que toda la luz y el jolgorio se convertirán en la oscuridad y el silencio que sólo podía disfrutar en el cementerio, “la única porción de tierra en todo el pueblo que había sido preservada de la furiosa invasión de los agentes inmobiliarios”, inundará todas las almas.

Hoy, ochenta y cinco años después, se puede leer como una parábola (involuntaria, por supuesto) de la crisis actual. En cierto modo lo es. Se encuentran similitudes (como la cita anterior sobre el derroche y la hipoteca de varias generaciones) entre los dos periodos en estas páginas. Pero, no hay que pensar en rarezas sobre la anticipación a su tiempo del autor, nada más lejos de la realidad, muchas veces nos lo han dicho: el capitalismo se desarrolla en ciclos de expansión y hundimiento. Pues que sigan. Quizás dentro de un siglo, cuando alguien lea a uno de los narradores de la crisis actual, reconozca las similitudes con la que ellos estarán viviendo de manera inevitable en un nuevo “campo de batalla [con] cráteres y escombros de terribles explosiones de ladrillo y hormigón en todas partes”. Quién sabe. Ya, nosotros, nunca lo sabremos.

Publicado en Otro Lunes, nº 34, octubre de 2014

El orgasmo de mi(s) vida(s)

El orgasmo de mi vida. Silvia C. Carpallo. Lectio Ediciones. 112 páginas.

Parece mentira que en determinados círculos –y no son pocos, ojo–, en los tiempos que corren, el sexo siga pareciendo un tema tabú. Hay una cosa que siempre he tenido muy clara y es que cada cual es dueño –único, además– de su cuerpo y de su sexo. En El orgasmo de mi vida, la periodista y escritora Silvia C. Carpallo traslada esa unicidad y esa pertenencia particular del sexo de cada uno a cinco historias muy identificables dentro del espectro total.

Estructurada en cinco relatos cortos, el libro aporta una visión prácticamente total de las formas en las que se puede entender el comportamiento sexual y de las situaciones, llamémosles “tipo”, que pueden darse. Probablemente, mientras leemos alguna de sus páginas, nuestra cabeza eche a funcionar y compare, asemeje o imagine situaciones similares con total naturalidad. 

Sin ningún hilo aparente, aunque lo cierto es que las historias se vertebran a través de ligeras conexiones entre personajes que saltan de una a otra, ya sea a través de simples menciones o con pequeñas apariciones, El orgasmo de mi vida supone una panorámica que ofrece todos los puntos de vista del sexo para la mujer. No es casualidad que cada capítulo lleve el nombre de su protagonista. En este sentido, la vocación final del texto es la de ofrecer una visión parcialmente total del tema, de la misma forma que la serie Sexo en Nueva York hacía con el papel de la mujer en los tiempos de emisión. 

Como la propia autora reconoce en palabras al magazine digital sobre series OchoQuince: “La clave de Sexo en Nueva York es precisamente que la mujer contemporánea es la suma de ellas cuatro. De una manera u otra los personajes están creados para abrir perspectivas y relatar diferentes formas de entender el sexo y las relaciones por las mujeres de hoy. De hecho, es un poco lo que he intentado hacer yo en El orgasmo de mi vida, hablar de lo que es el sexo y la mujer a través de muchos tipos de mujeres.” De esta forma, Carpallo acepta la visión que conforman varios ojos, varias edades, varios momentos de la vida, en los que el sexo y las relaciones cobran una importancia distinta en cada caso. Desde una joven inexperta, hasta una mujer de negocios o el caso de una mujer mayor y con una vida cada vez más inactiva, en el magnífico epílogo que cierra el libro.

El orgasmo de mi vida es, por tanto, la visión sobre las relaciones y el sexo desde el punto de vista de una mujer que se sitúa con gran acierto y pertinencia en el punto de vista de otras mujeres. “Un libro de sexo por y para todo tipo de mujeres”, subtitula su obra, en lo que parece restringirla a un cincuenta por ciento de los lectores. Lo cierto es que, no tiene por qué, si bien algunas situaciones se entenderán mejor desde un punto de vista femenino (es inevitable que así sea), también son disfrutables y muy interesantes desde los ojos de un hombre. Silvia C. Carpallo ha completado una pequeña obra (algo más de 100 páginas) sobre un tema que, pese a la apertura social y en todos los sentidos, aún parece seguir siendo un tema de “bajo sábanas”.

Publicada en Otro Lunes, nº 34, octubre de 2014.