miércoles, 31 de marzo de 2010

Luis Ramiro vuelve a la sala Galileo con un semi-acústico

Luis Ramiro repasó en la sala Galileo Galilei de la capital muchos de sus temas menos conocidos en la noche del 30 de marzo. Esta vez acudía más solo que la última vez que le vi en Joy Eslava, donde compartió directo con Marwan y una larga lista de ilustres invitados. La idea de este concierto era hacer un semi-acústico, en el que mezclaría algunas de las canciones menos conocidas del repertorio junto a las más escuchadas, acompañado de la banda, compuesta por cuatro músicos.

Como si estuviese en casa. Con una apariencia de tranquilidad absoluta. Un sofá en el escenario, sobre el que se intuían en la oscuridad un par de vinilos, entre ellos el Yellow Submarine, y sobre el que descansaba plácidamente un muñeco de Woody, el vaquero de Toy Story. Dos guitarras acústicas, una eléctrica, un teclado y una batería. Aderezado con unas cuantas velas –me recordaron un momento el mítico Unplugged de Nirvana- y el inconfundible cartel con el nombre de la sala en color rosa, Luis Ramiro se presentó en el escenario sobre las 10 de la noche.

Mañana nos casamos en Las Vegas comenzó a sonar nada más subir al escenario para dar paso después a muchas de las canciones que normalmente se dejan ver menos en sus directos, como KO Boy, La sirena, Dos coplas… Lo mejor de los conciertos de este artista es que nunca hay dos iguales. El cantautor trata de no avasallar al público con una sucesión de canciones sin más, y dialoga con la gente, hace juegos entre canción y canción y de vez en cuando cuenta alguna historia o anécdota que ameniza mucho la velada, haciéndola mucho más divertida. El ambiente que se genera en este tipo de salas más recogidas ayuda mucho a este juego.

Enseguida llegó Romper, el primer single de Dramas y caballeros, que se ha convertido en todo un himno para este artista. Y tras él, intercaladas con las canciones menos habituales, las de los discos, aunque se hicieron esperar: Mayo del 2002, Perfecta, Relocos y recuerdos, Te quiero te odio o Globos de chicle, que sonó mucho más a canción de estudio esta vez. Entonces tocaba presentar cuatro canciones nuevas al público, además, de las que me quedo con Casualidad.

La hora iba apretando y el directo empezaba a tocar fin, pero aún quedaban las grandes de su último disco. Sonó El reloj, que dentro de poco se convertirá en el segundo sencillo y será presentado su videoclip. Relocos y recuerdos, mucho más acústica que de costumbre, con un aire muy peculiar. El show tocó fin con La distancia en la que el artista pidió al público, entre flashes, que se pusiese en pie por ser la última de la noche.

Buen concierto del que disfrutó Galileo y Woody, sentado en el sofá del fondo junto al Yellow Submarine de los Beatles. Un gran guiño del cantautor de las botas de cowboy en una noche de pre-semana santa madrileña.

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domingo, 7 de marzo de 2010

¿Ladrones de arte?

El ser humano tiene la fea manía de querer apropiarse siempre de todo lo que no es suyo. Somos así, avaros, codiciosos, y en el momento que encontramos algo que, por alguna casualidad en ese momento, parece no tener dueño, allá corremos para apropiarnos del objeto en cuestión. Volví de Berlín la pasada semana. La ciudad es muy fría, aunque es innegable la cantidad de cultura que encuentras a cada esquina que doblas. Da igual si hablamos de arte convencional o de arte urbano, quizás sea la ciudad en la que más los encontremos a ambos.

La capital alemana alberga más de trescientos museos distintos, buena prueba de la cultura que se respira allí. Pero seguramente a cualquiera que lea este artículo le suene la mítica isla de los museos berlinesa, en la que se encuentran tres de los más importantes de la ciudad, claro destino turístico de todo el que visita la ciudad. Estos tres museos son la Alte Nationalgalerie, el Neues Museum y Pergamonmuseum. Si viajan hasta allí, por favor, visítenlos.

El caso es que tras visitar el Neues, y quedarme pasmado durante un largo espacio de tiempo frente al busto de Nefertiti –por cierto, con un rostro y unas facciones perfectamente preciosas-, me invadió un pensamiento sobre este tipo de obras. Me consoló bastante comentarlo entre mis compañeros de viaje y no ser el único que había pensado lo mismo que yo. ¿Por qué el busto de Nefertiti está en la fría Alemania y no en su lugar de origen? ¿Es que ni siquiera en eso tienen potestad los países en los que se encuentran este tipo de obras? Los rasgos, claramente egipcios, de la reina del Nilo desentonan en una ciudad tan fría, pese a que empiece a acostumbrarse, posiblemente, a la climatología. ¿Qué pinta Nefertiti en un lugar tan frío?

Efectivamente, no era el único que lo pensaba así. Mis compañeros, e incluso alguna persona española que caminaba cerca de nosotros, me daban la razón con sus argumentos. ¿Nos convierte esto en ladrones de obras de arte? Tras salir del Neues, aún con la mente puesta en el busto de aquella dama –que desde pequeño me enamoró sin remedio-, me fui directo con un par de amigos al Museo de Pérgamo. ¿Qué puedo decir de aquel? Una delicia, de principio a fin. Una joya, algo que habría que visitar al menos una vez, para quedarse embaucado, sin palabras, mirando lo que albergan las paredes.

Pergamonmuseum se encuentra situado unos metros más alejado de la principal vía, Unter den Linden, que el Neues Museum. La organización del museo está muy bien planificada, en cuatro salas que albergan las cuatro joyas monumentales y arquitectónicas que ofrece la entrada. Nada más entrar el Altar de Pérgamo, realmente impactante, te deja sin palabras y yo creo que ya no recuperas el habla hasta que regresas por aquella sala para salir. Después vienen unas muestras de arquitectura helenística, la puerta del mercado de Mileto y la espectacular Puerta de Ishtar de Babilonia.

Pero nuevamente, volvimos al mismo tema. ¿No debería estar cada una de estas joyas en su lugar de origen? ¿Por qué una persona que sea de un lugar cercano a las excavaciones donde se localizaron estos restos tiene que ir hasta Berlín para verlo? ¿Es justo que el altar que fue localizado en Turquía esté expuesto en Alemania? ¿El hecho de que las investigaciones arqueológicas fuesen alemanas, otorga ya la potestad sobre lo encontrado? Miles de preguntas se plantean para esta cuestión. Y la respuesta es compleja.

El debate se haría larguísimo, pues hay multitud de posibilidades y opiniones. Es un tema controvertido, habrá quien piense como nosotros, que no concebíamos que Nefertiti estuviese en Berlín, aunque también habrá a quien nuestra opinión le parezca banal, e incluso caprichosa e insulsa. Es lo enriquecedor de los debates.

Lo que está claro es que no son las únicas obras que se encuentran en el exilio de su lugar de origen. También son un claro ejemplo los tesoros del faraón Tutankamón, expuestos en Londres junto a su momia. En este caso, la última vez que fueron trasladados, al menos la famosa máscara funeraria dorada del faraón niño se quedó en El Cairo. Todo un adelanto para Egipto, que puede disfrutar más cerca de algo que le pertenece más que a nadie.

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Luis Ramiro y Marwan se codean con los grandes en Joy Eslava

Sábado 27 de febrero. 20:30 horas de la tarde. Sala Joy Eslava. Allí se presentaron dos cantautores que, seguramente, darán mucho que hablar en el futuro. La noche anterior la sala Joy habría vibrado con un concierto del belga Milow que se antojaba insuperable. Pero aquello estaba abarrotado de gargantas dispuestas a corear los estribillos de estos dos artistas que irrumpen cada vez con más fuerza en la escena nacional.

Acostumbrados a los conciertos sencillos de Luis Ramiro y Marwan en salas como Libertad 8 o Galileo, el principio se asemejo bastante a ello. Pese a que el escenario estaba copado de músicos de la banda, el principio pareció algo tímido. Pero sólo hasta que Luis Ramiro hizo sonar los primeros acordes de Tonterías. La sala se vino abajo, y al final de la canción, con uno de los grandes solos del guitarrista Mr. Kilombo, el público estaba entregado.

Lo que vino después fue lo que se presagiaba. Una noche de música muy propia de estos dos cantautores, con alternación de apariciones en el escenario, que a veces también recibía a los dos músicos juntos. La primera aparición a dúo fue realmente estelar. Romper, el primer single del nuevo disco de Luis Ramiro, Dramas y caballeros, hizo temblar las paredes de aquella estancia. Después resonaron versos de los grandes temas de ambos cantantes: Meninos da rua, Mi paracaídas, Cómo decirte o Adolescente, de Marwan; por los Relocos y recuerdos, Humano, Perfecta o Te quiero, te odio de Ramiro, entre otras.

Pero la noche musical dejó mucho más que canciones de estos dos músicos. Según avanzaba el directo, se iban anunciando grandes sorpresas que hicieron que la entrada que habían pagado los visitantes mereciese más la pena. Ese sábado Marwan y Ramiro habían decidido rodearse de los grandes. “Los músicos que desde pequeños han ido con nosotros”, decía Marwan al presentar a alguno de estos. De esta manera desfilaron por la tarima los grandes de la canción como Carlos Chaouen, Pedro Guerra o Ismael Serrano, que cantó junto a Marwan su tema El próximo verano.

No se puede dejar en el tintero la gran aparición junto a Ramiro de Pancho Barona, Antonio García de Diego y José Antonio Romero, sus grandes maestros y productores, que tocaron el mejor tema de la noche, Relocos y recuerdos, que el cantautor dedicó a todos los latinoamericanos “por todos esos vínculos que nos unen”.

Con el público entregado, tras casi dos horas y media de música, se llegó al final del directo con un tema instrumental, que sirvió para que los dos músicos presentasen a toda la banda y rindiesen un homenaje a todos ellos y a los productores, managers, técnicos de sonido, e incluso los operadores de cámara que grababan la actuación.

Quedó tiempo también para una lectura de todos los lugares de los que había acudido gente al concierto. Alternándose el micrófono iban leyendo: “¡Barcelona!, ¡Valladolid!, ¡Asturias!, ¡Cantabria!, ¡Huesconsin! Y por último, todo el resto del mundo”, culminaron.

El concierto terminó con una imagen preciosa: toda la banda girada hacia el batería Cristián Chiloes, esperando que este culminase aquella instrumentalización rockera; mientras Luis Ramiro y Marwan, ajenos a todo eso, se fundían en un abrazo de casi un minuto, en el que se entrevió la tremenda complicidad que fluye entre ambos. Después de eso, una disparatada conga que llevó a la banda a corretear por el centro del público hasta volver otra vez al escenario para alcanzar la merecida puerta del backstage.

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