Sábado 27 de febrero. 20:30 horas de la tarde. Sala Joy Eslava. Allí se presentaron dos cantautores que, seguramente, darán mucho que hablar en el futuro. La noche anterior la sala Joy habría vibrado con un concierto del belga Milow que se antojaba insuperable. Pero aquello estaba abarrotado de gargantas dispuestas a corear los estribillos de estos dos artistas que irrumpen cada vez con más fuerza en la escena nacional.
Acostumbrados a los conciertos sencillos de Luis Ramiro y Marwan en salas como Libertad 8 o Galileo, el principio se asemejo bastante a ello. Pese a que el escenario estaba copado de músicos de la banda, el principio pareció algo tímido. Pero sólo hasta que Luis Ramiro hizo sonar los primeros acordes de Tonterías. La sala se vino abajo, y al final de la canción, con uno de los grandes solos del guitarrista Mr. Kilombo, el público estaba entregado.
Lo que vino después fue lo que se presagiaba. Una noche de música muy propia de estos dos cantautores, con alternación de apariciones en el escenario, que a veces también recibía a los dos músicos juntos. La primera aparición a dúo fue realmente estelar. Romper, el primer single del nuevo disco de Luis Ramiro, Dramas y caballeros, hizo temblar las paredes de aquella estancia. Después resonaron versos de los grandes temas de ambos cantantes: Meninos da rua, Mi paracaídas, Cómo decirte o Adolescente, de Marwan; por los Relocos y recuerdos, Humano, Perfecta o Te quiero, te odio de Ramiro, entre otras.
Pero la noche musical dejó mucho más que canciones de estos dos músicos. Según avanzaba el directo, se iban anunciando grandes sorpresas que hicieron que la entrada que habían pagado los visitantes mereciese más la pena. Ese sábado Marwan y Ramiro habían decidido rodearse de los grandes. “Los músicos que desde pequeños han ido con nosotros”, decía Marwan al presentar a alguno de estos. De esta manera desfilaron por la tarima los grandes de la canción como Carlos Chaouen, Pedro Guerra o Ismael Serrano, que cantó junto a Marwan su tema El próximo verano.
No se puede dejar en el tintero la gran aparición junto a Ramiro de Pancho Barona, Antonio García de Diego y José Antonio Romero, sus grandes maestros y productores, que tocaron el mejor tema de la noche, Relocos y recuerdos, que el cantautor dedicó a todos los latinoamericanos “por todos esos vínculos que nos unen”.
Con el público entregado, tras casi dos horas y media de música, se llegó al final del directo con un tema instrumental, que sirvió para que los dos músicos presentasen a toda la banda y rindiesen un homenaje a todos ellos y a los productores, managers, técnicos de sonido, e incluso los operadores de cámara que grababan la actuación.
Quedó tiempo también para una lectura de todos los lugares de los que había acudido gente al concierto. Alternándose el micrófono iban leyendo: “¡Barcelona!, ¡Valladolid!, ¡Asturias!, ¡Cantabria!, ¡Huesconsin! Y por último, todo el resto del mundo”, culminaron.
El concierto terminó con una imagen preciosa: toda la banda girada hacia el batería Cristián Chiloes, esperando que este culminase aquella instrumentalización rockera; mientras Luis Ramiro y Marwan, ajenos a todo eso, se fundían en un abrazo de casi un minuto, en el que se entrevió la tremenda complicidad que fluye entre ambos. Después de eso, una disparatada conga que llevó a la banda a corretear por el centro del público hasta volver otra vez al escenario para alcanzar la merecida puerta del backstage.
Publicado en La Huella Digital
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