lunes, 26 de abril de 2010

Puente hacia la literatura de ida y vuelta

Texto conjunto con Enrique G. Llamas - Fotografías por Pablo Álvarez

Envueltos en luz azul, una luz de ida y vuelta, dos autores españoles y dos americanos eligieron, cada uno, a un escritor del otro lado del charco para hablar de él. Para demostrar, una vez más, que lo que nos une es más que lo que nos diferencia.

De esta manera, se citaron en el preludio de la noche de los libros, en la Casa de América de Madrid, ocho reconocidos autores para entablar una conversación, con el público de por medio, sobre la obra de los cuatro más veteranos. Julio Cortázar, Ítalo Calvino, Jorge Luis Borges y Albert Camus, retratados por Benjamín Prado, Fernando Iwasaki, Agustín Fernández Mallo y Juan Gabriel Vásquez, respectivamente.

Tenían sólo veinte minutos cada uno, subjetivos claro. Hubo quien los excedió sin que nadie de los presentes se diera cuenta, gracias al suave acento de Iwasaki hablando de Ítalo Calvino, a quien destacó como un autor bastante olvidado, que para él es uno de los imprescindibles, aunque ninguno de sus libros sea su favorito; hubo quien se quedó corto, dejándonos con ganas de más, como el genial Benjamín Prado, que definió a Cortázar en veinte maravillosas líneas, y nos dejó claro lo que éste, y su literatura, suponía, supone y supondrá.

Otros cumplieron con el reloj a rajatabla; Juan Gabriel Vásquez demostró la posible influencia de Camus sobre Mario Vargas Llosa y García Márquez, pese a morir antes de que se diese a conocer el boom latinoamericano; posible porque también recordó que como Borges mismo dijo: “la realidad no tiene obligación de ser interesante, pero sí las hipótesis”. El propio Borges encontró su refugio en un integral e íntegro Agustín Fernández Mallo, que leyó al público una versión propia y personal de un cuento del autor latinoamericano, tras no poder leer su ponencia, que se quedó en Mallorca, debido al trastorno de vuelos que ha habido esta semana. Este último se centró fundamentalmente en el Borges cuentista y ensayista, ya que, según sus propias palabras, el poeta le interesaba poco.

Y si, entre tanto hombre, alguien echaba de menos a la mujer que no lo lamente, porque ellas se encargaron de hacer su puesta en escena. Los círculos concéntricos del plomo del tiempo de la señora Dalloway llegaron a la mesa, la Barcelona de Carmen Laforet, la supuesta Maga de Rayuela y la brillante poesía de Alejandra Pizarnik, también conmemoraron la genialidad de la literatura en otro veintitrés de abril. Y una vez más, en la Casa de América, hubo habitaciones para todos.

Publicado en Culturamas

lunes, 19 de abril de 2010

La vida antes de Marzo

La vida antes de marzo. Manuel Gutiérrez-Aragón. Editorial Anagrama. Narrativas hispánicas. 288 páginas. 18 €.

No pude leerlo antes de que volviese Marzo en este 2010, pero conseguí terminarlo antes de que marchase. Manuel Gutiérrez Aragón debuta en el plano de la novela con este título, en el que nos transporta hacia un futuro no muy lejano, desde el que los dos protagonistas, en cambio, no hacen otra cosa que rememorar sus pasados más profundos y aparentemente extintos.

Corre el año 2024, y Martin y Ángel viajan a bordo de un tren prototipo que circula por todo el continente europeo. Es un tren que nunca efectúa parada, sigue el recorrido entre Lisboa y Bagdad, para volver de nuevo a Lisboa. Para subir a esta serpiente, formada por millares de vagones con todo tipo de comodidades, hay que tomar primero un tren satélite que alcanza la velocidad de los vagones principales.

En una de estas transfusiones de viajeros, Ángel, el de la cara de bronce, entra en la cápsula en la que viaja Martín, un asturiano montañés que aún guarda un profundo amor por una magrebí de su infancia. Aún sigue recordando la profundidad de su mirada en las montañas. Ángel, por su parte, guarda una historia oculta bajo su dorada piel. La vida le condujo a verse relacionado con un grupo islámico extremista, y aún a día de hoy guarda serios recesos de aquella situación.

Desinhibidos por las copas de vino que van tomando en cada país –siempre vino autóctono del país sobre el que se desliza el vertiginoso tren-, se van confiando su historia, bajo la atenta e incansable mirada de un narrador del que poco conocemos durante toda la novela. Poco a poco, las palabras de ambos van tejiendo la historia de sus vidas, de aquella mañana de Marzo, en la que todos perdieron algo. La vida antes de Marzo, al fin y al cabo.

Manuel Gutiérrez Aragón debuta muy satisfactoriamente en el ámbito literario con esta trama. Muy influenciado por el cine, de manera muy visible en ciertas partes de la trama, consigue hacer que nuestra atención crezca sobre la historia según ésta va transcurriendo, para concluir con un giro muy interesante que no dejará indiferente al lector, que casi se convierte en un confesor de los dos protagonistas.

Un debut reconocido por la crítica, que ya ha recibido el Premio Herralde de Novela por mayoría del jurado.

Publicado en Culturamas