Así comienza la novela de Kirmen Uribe. Desde la primera frase es diferente. El novelista crea una atmósfera tan familiar dentro de sus páginas que su obra se convierte en uno de esos libros que uno quiere seguir leyendo en cualquier momento que tiene, pero en el que a la vez supone una tristeza llegar al desenlace.
El recurso narrativo utilizado por el autor es magnífico. Un viaje de avión entre Bilbao y Nueva York le sirve para dar pie a contar la historia de toda una familia de marineros vascos. Como él mismo dice haber buscado, la historia dista mucho de ser una de esas grandes obras familiares del siglo XIX, en las que la prosa toma todo el protagonismo. Kirmen utiliza, por el contrario, cartas, pequeñas canciones populares, mensajes en la red y diarios… como ejemplo de la ausencia de linealidad de la novela clásica.
Además, el autor plaga sus páginas de historias, reflexiones y anécdotas, que hacen de su lectura algo verdaderamente suave y sencillo, que engancha al lector mientras entreteje la historia. Esta comienza cuando a Liborio Uribe, su abuelo, le dicen en el hospital que morirá y se lleva a su nuera a ver un mural del pintor Aurelio Arteta que tuvo importancia en su pasado.
A partir de este momento se engarzan magistralmente las historias de cuatro generaciones: el abuelo de Kirmen, sus padres, el propio escritor y su mujer Nerea, y, por último, Unai, hijo de ella, que le nace a Kirmen “con trece años”. El hilo argumental gira en torno al misterioso nombre de la embarcación con la que faenaba Liborio: el Dos Amigos. ¿Quién es “el otro amigo”?, se pregunta Kirmen, que descubrirá más de lo que buscaba en su investigación sobre esta cuestión.
Las historias que se van desgranando poco a poco mientras el avión sobrevuela el mundo rumbo a New York son verdaderamente cautivadoras, algunas muy líricas. La poética envuelve continuamente esta novela, que para algunos críticos ya está considerada como uno de los mayores exponentes de literatura vasca. No sé calibrar hasta tal punto, pero desde luego, es una de las novelas contemporáneas que más me han mantenido con la atención en sus páginas.
A lo largo del viaje, aparecerán en las páginas numerosos nombres, entre los que se mezclarán miembros de la familia, como el abuelo Liborio, el padre de Kirmen, José Uribe, patrón del Toki Argia, o su tío Boni, todos marineros; con pintores, artistas y personajes famosos, como Picasso, Aurelio Arteta, Ricardo Bastida, o el político socialista Indalecio Prieto, entre otros. Lo bello de estas apariciones es que en ellas siempre se cuenta una hermosa historia, como la relación amistosa entre estos dos últimos, salvando sus abismales diferencias.
Bilbao-New York-Bilbao, ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2009, como galardón más importante entre otros muchos obtenidos, supone un viaje retrospectivo hacia el discurrir de una familia de pescadores, y además un alegato para el recuerdo de una profesión cada vez más en decadencia. Una novela que rompe los moldes clásicos y que tiene un claro olor a mar. Disfruten el viaje.
Publicado en Pero Libros
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