La librería. Penélope Fitzgerald. Editorial Impedimenta. 192 páginas. 18’40 €.
Hace poco tiempo leía un texto de un amigo en el que comentaba lo difícil que resultaba la creación de un espacio en el que desarrollar una historia. Como ejemplo de acierto en esta práctica hablaba de la novela de Kirmen Uribe, Bilbao-New York-Bilbao, y del hogar que aparecía y en el cual se sucedían algunos de los hechos de la novela.
Algo similar ocurre con la novela de Penélope Fitzgerald. En este caso el lugar creado a la perfección es el pueblo, aunque introduciéndonos más en el entorno de éste, la librería Old House, que regenta la señora Florence Green. Durante toda la novela da la impresión de que el propio lugar esté situado siempre por encima de los personajes, como si la autora intentase dejar claro que esta es la verdadera protagonista y no los personajes que conviven dentro.
En Hardborough existe un edificio abandonado. La señora Green se decide a montar una librería en ese espacio, ya que el pueblo no goza de ninguna instalación dedicado a este fin, pero en seguida empiezan a asediarle las complicaciones: algunos vecinos del pueblo no conciben el porqué de este nuevo local, las envidias empiezan a aflorar, y por si fuera poco, el edificio, muy idealizado durante toda la trama, tiene su propio poltergeist, digno de película.
Al tratarse Hardborough de un pueblo pequeño, es difícil guardar secretos bajo llave. También esto consigue retratarlo con gran fidelidad Fitzgeralz en sus palabras. A lo largo de toda la extensión del texto consigue captar a la perfección la esencia de un pueblo pequeño, en el que todos los vecinos, o casi todos, se conocen.
Otro de los puntos importantes sobre los que gira la historia es la relación que la señora tiene con su ayudante, la niña Christine. Tiene mucho cariño a esta niña, que le ayuda en todo lo que puede, pero llegado el momento, se tendrá que marchar a seguir con sus estudios fuera, por lo que su puesto quedaría huérfano. La señora se tambalea siempre entre las dudas ante la pérdida de su ayudante y la ilusión por la nueva vida de esta y sus estudios futuros. En algunos momentos la relación que ambas mantienen se asemeja a lo que podría ser una relación materno-filial.
Sin embargo, el verdadero punto de giro tiene lugar sobre el dilema que mantiene la librera sobre si sería aconsejable traer a sus estanterías la controvertida novela, Lolita, de Nabokov. Algunos le aconsejan que sí, pues es una obra maestra, pero otros la advierten de la polémica que puede suscitar, entretanto algunos tratan a toda costa de hacer presión para la negativa de la librera a incluir la novela en su catálogo.
Penélope Fitzgerald crea toda una amalgama de personajes, pero por encima de todo crea un lugar, la librería Old House, desde la que nos desvela algunos de los entresijos del gremio de libreros, desde el punto de vista de una anciana que se aventura a la apertura de una librería en un pueblo durante una época un tanto compleja para la literatura.
Publicado en Pero Libros
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