Lolito. Ben Brooks. Blackie Books. Traducción de Zulema Couso.
Etgar, el protagonista de Lolito, adolece de la inmadurez que le sobra a su creador, Ben Brooks. El autor británico, a sus 22 años, se consolida con esta novela, tras el éxito de Crezco (también editada por Blackie Books en nuestras fronteras). En sus páginas narra la transición entre la adolescencia y la primera juventud adulta, por llamarlo de alguna manera, de un joven de su generación.
Con una narrativa ligera y, en cierto modo, agresiva, Brooks nos sumerge en el día a día de Etgar, un joven que gasta sus ratos en beber alcohol barato, ver videos sanguinolentos en la red o investigar el Facebook de su novia Alice y sus amigos más cercanos. Su vida es un continuo de internet con algunas incursiones en la vida real.
En el momento en el que descubre la infidelidad de su novia, por supuesto vía Facebook, su mundo se desmorona. De repente, no tiene ganas de hacer nada y sólo quiere tirarse en la cama y “ver películas mumblecore de Greta Gerwig”, como él mismo reconoce, o del aclamado Wes Anderson. Será entonces cuando, vía internet, no podía ser de otra forma, entable relación con una mujer madura a la que irá a visitar y con la que se verá involucrado en un lío.
La escritura de Brooks es ágil y descarada. El soplo de aire fresco hace que las páginas vuelen como en una de esas escenas de cine malas; la lectura es agradable y se disfruta mucho. El personaje de Etgar es una suerte de actualización del Holden Caulfield de J. D. Salinger al siglo XXI. El autor juega, además, con las similitudes que guarda su novela con la Lolita de Nabokov, con la que se invierte los papeles principales. Evidentemente, su título no podía ser más que un homenaje a la novela del titánico escritor ruso.
Las calles del pueblo por las que deambula Etgar se van quedando pequeñas para el personaje a medida que experimenta las novedades que le aguardan fuera. La metáfora con la maduración del propio personaje, así como del autor, que da un paso más allá en esta obra, es evidente. Lolito es un retrato de una generación, de esa primera generación que nadie con un ordenador en la mano y una conexión wifi en el salón. Ese grupo de jóvenes que apenas llegaron a jugar en los parques y que sustituyeron la pelota por la pistola del Counter Strike o cualquier otro videojuego en red.
El panorama que dibuja Lolito es certero; la escritura de Brooks, punzante; y él, un narrador a tener muy en cuenta. En esta novela el autor acierta de lleno en la edad de su personaje, ya que su cercanía (incluso se puede intuir que por momentos el personaje tome prestada alguna vivencia del autor) implican una conexión que sería muy difícil de otra manera. Brooks comparte miedos, atracciones e inquietudes con su personaje, del que se sirve para conectar con un lector que en seguida se puede sentir identificado con él. Al fin y al cabo, todos hemos sido Etgar en algún momento de nuestras vidas.
Publicado en Otro Lunes, nº 33, junio 2014.