La felicidad conyugal. Lev Tolstói. Acantilado. Traducción de Selma Ancira, Premio Nacional de Traducción. Barcelona, 2012. 176 páginas. 11 €.
La decepción y el fracaso son parte inseparable del amor. Rara vez lo hace el luto. Muchas veces ese amor del principio, entregado a la pasión, se queda en el camino y expira. El famoso “hasta que la muerte nos separe” deja de tener efecto entonces. Cuando esto no ocurre, la pasión deja paso al verdadero amor, el tema central de esta novela corta.
La obra, editada por Acantilado y con una brillante traducción de Selma Ancira, que obtuvo el Premio Nacional de Traducción, se centra en la relación de Masha y Serguéi. Tras la muerte del padre de ella, llega él, un buen amigo de la familia, del que Masha se enamorará pronto y con el que contraerá matrimonio siendo aún muy joven.
La felicidad conyugal, escrita en 1859, anticipa lo que a la postre sería la propia biografía del escritor, que también se casaría en 1862 con Sofía, una muchacha que era dieciséis años menor que él y cuyo padre era un buen amigo suyo. Por lo tanto, vemos como el escritor narra, tres años antes de que ocurra, lo que acabará siendo su historia.
A la sombra de sus grandes obras, las inmortales Guerra y paz y Anna Karenina, Tolstói se adentra en esta breve novela en la psicología femenina a través de una narradora en primera persona. La propia Masha nos cuenta el curso de la relación y los cambios que experimenta desde su punto de vista. De esta forma, somos testigos de los primeros encuentros, del enamoramiento juvenil, y, finalmente, de las decepciones, los fracasos y las rencillas, que ceden su lugar a un amor distinto, mucho más sosegado. Se puede decir que, a lo largo de la historia, el lector es cómplice de las dudas y del aprendizaje de Masha sobre lo que significa el matrimonio y el amor hacia una persona.
Tal vez sea ésta una novela que se pueda proyectar en cualquier tiempo y espacio; no obstante, el amor sobre el que reflexiona Tolstói está impregnado de una perspectiva burguesa y poetizada de la familia, la sociedad o el propio matrimonio. Sorprende, eso sí, la perfecta separación entre los dos personajes; el hombre, más experimentado en los aspectos fundamentales de la vida, y la joven, todavía una adolescente que comienza a vivir por si misma. El verdadero amor, según el propio autor, surge cuando las dos personas igualan su conocimiento sobre la vida y los sentimientos. Entonces, en otra de sus vertientes, vuelven a amarse y a crear un vínculo casi perfecto.
Es probable que La felicidad conyugal sea una de las novelas menos conocidas del escritor ruso, algo comprensible teniendo en cuenta que posteriormente escribiría Guerra y paz y Anna Karenina, entre otras; sin embargo, es una obra muy recomendable en la que el escritor sembró el germen de su narrativa posterior. En poco menos de doscientas páginas, nos describe a la perfección los vaivenes de una pareja, desarrolla la psicología de los personajes de una manera magnífica y redacta, en definitiva, una bella alegoría del amor conyugal.
Publicado en Culturamas
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