En un tiempo tan propicio para los recuerdos a poetas y literatos (véanse los artículos de Pilar Vaquero sobre Mariano José de Larra o Antonio Machado en esta misma edición), sería injusto no mencionar a una de las grandes voces de la llamada “Generación de los 50”, también conocida como “Grupo de Barcelona”. Se trata del gran poeta José Agustín Goytisolo, de quien se ha organizado una exposición conmemorativa sobre su trayectoria vital y literaria, en la que se exhiben fotografías inéditas y objetos personales, que inició su andadura en Barcelona y tiene previsto viajar a Madrid y diversas sedes del Instituto Cervantes.
"Yo no he venido a llorar tu muerte, sino que alzo mi vaso y brindo por tu claro camino y porque siga tu palabra encendida". Son las palabras que pronunció el poeta barcelonés en el homenaje que hizo este grupo a Machado en Coillure.
Goytisolo creció en la dura Barcelona de posguerra, aunque también viviese los años bélicos, con devastadoras consecuencias para su familia: la muerte de su madre, Julia Gay. De ella dicen que gustaba de escribir poesía, y que fue la que les inculcó la cultura a los hermanos Goytisolo, José Agustín, Juan y Luis.
Su pérdida, pese a que él sólo tenía alrededor de 10 años, fue un mazazo terrible, prácticamente insalvable, como queda claro con la publicación de su antología maternal: Elegías a Julia Gay, de 1993, donde recogió todos los poemas dedicados a su madre. Tal fue el poso que dejó su madre en él, que cuando nació su hija le puso el nombre de Julia. Después crearía su más valorada composición poética: Palabras para Julia, dedicada a ambas.
Viva y rebelde voz contra el régimen de los vencedores –pese a no estar nunca afiliado a ningún partido–, participó en muchos actos de protesta y rebelión. Junto a Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Caballero Bonald o José Ángel Valente, fue englobado dentro de lo que se llamó “Generación de los 50”, o también, en ocasiones, “poetas del compromiso social”.
Su muerte trágica, precipitándose al vacío desde una ventana –algunos dicen que suicidándose, mientras que su familia asegura que fue un accidente mientras reparaba una persiana–, vino precedida de un tiempo alargado en el que atravesó varias depresiones, según algunos allegados.
Lo cierto es que el 19 de marzo de 1999 se iba uno de los más profundos gritos de disidencia y humanismo, con modales –según los que le conocieron– sarcásticos e irónicos, que escondían un personaje triste y cargado de ternura. Con motivo del décimo aniversario de su partida, la editorial Lumen recoge su poesía completa en una obra de más de mil páginas; mientras que el libro Más cerca (de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) hace lo propio con sus artículos periodísticos.
Para concluir nuestro homenaje, sirva una estrofa de su magnífico poema A veces:
“A veces
encuentras en las páginas de un libro una vieja foto de la persona que amas
y eso te da un tremendo escalofrío
vuelas sobre el Atlántico a más de mil kilómetros por hora y piensas en sus
ojos y en su pelo
estás en una celda mal iluminada y te acuerdas de un día luminoso
tocas un pie y te enervas como una quinceañera
regalas un sombrero y empiezas a dar gritos”.
Publicado en Opinar.net
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