Un momento de descanso. Antonio Orejudo. Tusquets Editores. 248 páginas. 17 €.
La nueva novela de Orejudo aborda un tema muy complejo en nuestro país. Hablar de una institución tan surrealista como la universidad actual es una tarea ardua y que no se puede abordar desde otra perspectiva que no sea el humor. De esta manera, el autor escribe una de las llamadas novelas de campus, en la que muestra a profesores que intentan coaccionar a otros para amañar una decisión –pura ficción, por supuesto-, intereses subrepticios en las contrataciones, secretos desde años atrás que se desvelan de repente.
¿Qué se puede decir sobre la universidad actualmente? En uno de los pasajes, uno de los personajes de la novela la define de esta manera: “La universidad española, donde yo trabajé mucho tiempo antes de marcharme a Inglaterra, no solo es mediocre y corrupta, es también inverosímil.”. Una afirmación bastante lapidaria ante la que decir más sería echar leña sobre el árbol caído.
Con este pretexto Antonio Orejudo cimenta Un momento de descanso, dividida bien es cierto en tres partes que poco tienen que ver entre sí. La primera parte de la novela se centra en el personaje de Arturo Cifuentes, un profesor universitario que, después de un periplo por los Estados Unidos, que acabó no muy bien, regresa a España y se reencuentra con su compañero y amigo, que cuenta la historia. Cifuentes ve como progresivamente su relación con su mujer Lib se deteriora y le lleva al propio desmoronamiento junto al fracaso profesional, consumado con un hecho que le enfrenta con una alumna y parte del profesorado. El narrador va dando cuenta de los días de Arturo desde que se marchó hasta su retorno. Esta primera parte, con un ritmo agradable y bastante alígero, adelanta lo que parece que va a ser la estructura básica de la novela de ahí en adelante.
La sorpresa llega con la segunda parte, en la que da la impresión de que el libro que hemos cogido al salir de casa es otro diferente al que teníamos ayer en las manos. El narrador empieza a contar una suerte de experimentos farmacéuticos a los que se somete, que derivan en un desarrollo de unas capacidades y una imaginación sorprendentes. La narración de los hechos es bastante buena, no hay posibilidad de negarlo, pero falla un poco el hilo que la conecta con la primera parte: ambas quedan colgando como si de dos breves historias se tratase.
La lectura de Un momento de descanso es ágil, por lo que rápidamente nos vemos en la tercera parte, de título La felicidad del hombre descansado. Este tercio final de la novela recobra gradualmente el ritmo que había tenido el inicio. El narrador, que por momentos es el propio escritor, y por momentos parece no serlo, descubre junto a su amigo Cifuentes un hecho que hará cambiar su visión sobre su mítico profesor Desmoines y su hijo, rector actual de la universidad. Desde entonces comenzará una travesía de investigación muy alocada, que albergará en sus entresijos una feroz e hilarante crítica de la universidad española. En esta institución encontrarán de todo, profesores chiflados dispuestos a todo por revelar su verdad, otros docentes con más pinta de gánsteres que de maestros, que harían cualquier cosa para ocultarla y salirse con la suya, y un sinfín de cosas fruto de la imaginación del autor –o no-.
Antonio Orejudo muestra que tiene unas dotes especiales para la narración y se interna en un terreno poco usual en nuestra literatura. El desenfado y la naturalidad con los que escribe y el humor ácido y picante que desborda las páginas de la novela conforman una buena muestra de sus habilidades creativas. Finalizan estas palabras con otra frase ilustrativa del mismo personaje que abre estas líneas: “¿Nunca se ha parado a pensar por qué apenas se han escrito novelas de campus en español? Yo se lo voy a decir: porque es imposible escribir una novela sobre la universidad española, que sea elegante y además verosímil.”. Se ha dicho.
Publicado en La Huella Digital
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