“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia...Es hora de morir".
Blade Runner
Rosa Montero nos transporta de manera brillante en su última creación a un futuro algo desalentador. Año 2109, Madrid, Estados Unidos de la Tierra. Los robots están a la orden del día y han dejado de ser una mera quimera como lo fueron tiempo atrás. En las calles conviven, no sin ciertos problemas, los humanos con una nueva especie de androides, los llamados tecnohumanos o reps, nombre escogido de una película que adquirió cierta fama en el siglo XX.
En este Madrid cambiante y futurista, la escritora nos presenta a Bruna Husky, una tecnohumana de humor cambiante y reacción impulsiva; agresiva y solitaria tras la muerte de su pareja dos años atrás. Ella es un antiguo replicante de combate, que ahora trabaja como detective. Bruna será contratada para investigar una oleada de muertes tecnohumanas que asola la ciudad, detrás de la que parecen mover los hilos algunos grupos supremacistas humanos y una supuesta partida de memorias ilegales de contrabando.
Rosa Montero dibuja una sociedad caótica, en la que, entre otros adelantos, existe el cobro por el aire y los robots facilitan la vida a los sintientes, ya que no se puede hablar sólo de seres humanos. El mundo como lo imaginamos hoy es cosa del pasado: algunas especies –como el oso polar- han desaparecido, la vida humana en otros planetas existe… En mitad de todo esto Bruna entrará en contacto con el MRR (Movimiento Radical Replicante) y eso le llevará a tener encuentros con personajes peligrosos de toda procedencia.
La autora consigue alternar, con bastante brillantez, la investigación de Bruna con la edición de artículos que Yiannis Liberopoulos, un humano asolado por la pérdida de su hijo, realiza como archivero central. Yiannis es el único amigo que tiene Bruna, aunque después llegará RoyRoy, una mujer anuncio, que se unirá a los dos. Los artículos que edita Yiannis sirven al lector para comprobar cómo ha sido la evolución de la sociedad desde la actualidad hasta el año 2109, además de la mano invisible que modifica los artículos en beneficio, se cree, de una revuelta anti-tecno.
Bruna Husky vive contando los días que le quedan hasta el principio de su fin. Cuatro años, tres meses y veintinueve días, se dice mentalmente al despertar el primer día. Esto ocurre porque la existencia de los tecnohumanos es breve. Nacen con veinticinco años humanos, con un pasado ficticio implantado en su memoria, y a los treinta y cinco –o diez años tecno- les sobreviene el TTT (Tumor Total Tecno), una enfermedad degenerativa de la que ninguno puede salvarse. De este modo, la detective se despierta cada día recitando los que le quedan hasta la llegada del TTT, y con el recuerdo de Merlín, su pareja, fallecido hace dos años por la llegada de la enfermedad.
Rosa Montero utiliza una novela futurista para hablar del presente, de la vida y de la muerte, del amor, la ausencia y la soledad, sentimientos muy humanos, que hacen sentir a Husky un poco más vulnerable, junto a la presencia de dos hombres, el memorista Pablo Nopal y el policía Paul Lizard. La escritora nos lega los miedos y las inquietudes ante la muerte, la enfermedad y ante la imprevisibilidad de un futuro que sólo conocemos cuando se convierte en presente.
Lágrimas en la lluvia supone la creación total de un mundo y la traslación de las sociedades actuales al futuro, sin demasiados cambios. Todo lo que ocurre en los Estados Unidos de la Tierra guarda cierta semejanza con lo que ha ocurrido a lo largo de la Historia. La limpieza étnica contra los tecnohumanos recuerda al genocidio judío, la Segunda Guerra Fría entre Labari y la República Democrática del Cosmos tiene tintes similares a la Primera que enfrentó a Estados Unidos y la URSS. Tal vez sea por eso de que la historia es cíclica. No llegaremos a ver lo que ocurre en 2109, pero sí podrán leer entonces esta obra los que habiten el mundo y comparar si de verdad la vida es cómo la escribió Rosa Montero en 2011.
Publicado en Otro Lunes
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