El sentido interrogativo. Padgett Powell. Alpha Decay. 160 páginas. 17 €.
Difícil la tarea de clasificar esta obra dentro de alguna categoría. ¿Podría ser una novela? Es la pregunta que se hace el autor en el subtítulo. Lo cierto es que las miles de preguntas que componen este libro se pueden leer de forma fluida. Esta lectura ofrece como resultado un personaje volátil, un narrador ávido de respuestas, que termina por contagiar su curiosidad al lector.
El autor establece poco a poco un diálogo con el lector, que empieza a responderse las preguntas que éste le lanza indiscriminadamente. El sentido interrogativo se convierte de esta manera en una entrevista. Una conversación, por la vía rápida, sobre la vida.
El autor nos aborda, nos satura, con preguntas de todo tipo, tanto sobre cuestiones aparentemente íntimas, como sobre aspectos más universales. La obra parece más bien un juego destinado a conocerse mejor, tanto para el escritor, al que imaginamos respondiéndose a sí mismo mientras redacta, como para el lector que lo hace al recibir las preguntas en sus manos. Padgett Powell nos somete a una búsqueda desesperada del yo mediante la hilaridad o la rotundidad de las situaciones que plantea.
El sentido interrogativo recoge el testigo de la OuLiPo. Powell se auto invita con esta obra, de técnica brillante, al grupo de los Perec o los Queneau, experimentadores del lenguaje. La pretensión del autor es escribir una novela con preguntas, así lo dice su título original (The interrogative mood: a novel?), aunque en la edición española se ha eliminado la pregunta incomprensiblemente.
No podemos decir si el norteamericano lo ha conseguido o no: habrá quiénes digan que sí, que esta obra puede clasificarse como una novela neovanguardista, aunque también habrá detractores de esta idea. Lo que sí alcanza Powell es la creación de un personaje sin rasgos, del que no conocemos nada, ni siquiera su nombre o edad; un personaje que bien podría ser nuestra propia conciencia tratando de que nos conozcamos como realmente somos.
El sentido interrogativo es una obra sin alardes de estilo, sin apenas metáforas, pese a que toda ella en conjunto se pueda interpretar como un recurso estilístico. Tenemos ante nosotros un truco de magia fabricado con letras, un juego para la mente que nos hará pasar un buen rato. ¿Quieren conocerse mejor? Entonces respóndanse cada una de estas preguntas. Y permitan que la lectura les haga formularse otras distintas. Al final, esa es una de las funciones de la Literatura: hacer que el lector se cuestione la realidad.
Publicado en Punto de Encuentro
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