Galveston. Nic Pizzolato. Salamandra Black. 284 páginas.
Es innegable la importancia que ha tenido la aparición de la serie True Detective (HBO, 2014) en la imagen de Nic Pizzolato como autor. A raíz del éxito mundial de la producción, tanto el público como la industria cultural han elevado el nombre del guionista y escritor a un escalón más alto del que se encontraba. Gracias al éxito de la ficción televisiva, Salamandra Black se ha lanzado a editar la novela que escribió en 2010. Y se agradece.
Lo cierto es que en Galveston se hayan trazas, espitas, de lo que posteriormente sería True Detective. La narración fragmentada en dos tiempos y la Nueva Orleans sórdida de carreteras, pantanos y moteles, rememoran los espacios en los que el escritor situó la historia de Rust Cohle y Marty Hart. Sin embargo, en su novela, Pizzolato configura un relato con entidad propia sobre los perdedores y las huidas hacia delante que estos llevan a cabo.
Roy Cody es un tipo duro profesional, uno de esos sureños con acento que guarda tanto misterio bajo su halo sigiloso. Diagnosticado con un cáncer casi terminal de pulmón y con la sospecha de que su jefe quiere borrarlo del mapa, emprenderá una huida frenética en la que se topará con Rocky, una joven con un pasado muy oscuro, y su hermana pequeña, Tiffany, que le acompañarán en su viaje hacia ninguna parte.
Nic Pizzolato se sirve de un ambiente de tensa, casi opresora, tranquilidad para dar pie a sus diálogos, casi siempre ingeniosos y con cierto tono filosófico de trasfondo. En Galveston nos adentra en un mundo repleto de personajes con pasados traumáticos y futuros dudosos. El fresco casi familiar que dibuja en el motel Emerald Shores es el claro ejemplo de este collage de perdedores que huyen de todo, casi incluso de la vida, en sus páginas.
El escritor proyecta el relato desde el futuro del protagonista, veinte años más tarde de la historia principal, a través de la narración que este hace de los hechos ante otro de los personajes. Esa distancia le sirve para contar el tiempo posterior, la escapada, de un conjunto de personajes quebrados (quizás el mejor ejemplo de esa fractura emocional sea el patético y tristísimo encuentro de Roy con su ex).
Galveston es un noir que se adentra con total acierto en los terrenos pantanosos de la memoria, el principio de la vejez y la lealtad, entre otros temas. Nic Pizzolato demuestra una habilidad exquisita para estructurar su historia en dos tiempos (de la misma forma que haría cuatro años después de escribir esta novela en la muy citada True Detective) y para dotar a los personajes de un cuerpo filosófico y humano de gran entidad. Llena de matices y con algún giro imprevisible, la novela nos mantiene con el interés y la incertidumbre desde la primera “escena” hasta el desenlace, con un encuentro final magnífico, bellísimo y perfectamente narrado a través de la melancolía y el recuerdo de un protagonista profundamente herido por el filo del tiempo.
Publicada en Otro Lunes, nº 34, octubre de 2014