lunes, 26 de diciembre de 2011

Un lugar para la Literatura


Donde se guardan los libros. Bibliotecas de escritores. Jesús Marchamalo. Siruela. 224 páginas. 18’95 €.

Cada lector, igual que cada persona, es un mundo diferente. La galaxia, por tanto, es inmensa y posee diferentes cualidades, manías y costumbres. El periodista y escritor Jesús Marchamalo nos abre las puertas de las bibliotecas de veinte escritores en lengua española y conversa con ellos, que nos desvelan sus manías, gustos y peculiaridades sobre su relación con los libros.

Lo mejor que se puede hacer es leer la obra antes que esperar que aquí se desvele alguno de esos secretos. Flaco favor le haríamos de esta manera a Marchamalo. Sin embargo, sí que podemos decir que la lectura de este libro es muy constructiva y que probablemente tras ella notaremos que hemos empatizado con la manera de ordenar los libros de alguno de los autores o que nos parece que alguno hace verdaderas locuras con ellos. Cuestión de percepción.

El propio escritor cuenta que, a veces, encontrarte lecturas en común te hace tener instantáneamente una opinión más benévola de la persona como lector, se crea un vínculo especial entre ambos. Por eso este libro es, además, de un catálogo sobre las estanterías de otros escritores, un compendio de gustos literarios, de filias y fobias.

El desfile de autores que tiene lugar en estas páginas es inmenso y de lo más dispar. Un Nobel como Vargas Llosa y los restos de sus más de cuarenta bibliotecas, originales de todas las casas en las que ha vivido; sucede a Andrés Trapiello, Clara Janés, la inmensa y pulcra biblioteca de Javier Marías, la divertida anécdota de Vila-Matas y un sin fin de curiosidades de escritores como Gamoneda, Luis Mateo Díez, Savater, Soledad Puértolas o el marinero Arturo Pérez Reverte, entre otros. Son veinte en total los escritores que permiten a Jesús Marchamalo husmear entre su vida, ya que los libros conforman buena parte de nuestra historia.

El autor de La tienda de palabras vuelve a escribir sobre la forma en la que leemos, como ya hizo en Tocar los libros o Cortázar y los libros, de este mismo año. Marchamalo se está convirtiendo en el exponente más prolífico de lo que podríamos llamar meta literatura, esas obras en las que se habla de otros escritores y en los que la propia Literatura se erige como tema central, por méritos propios y del escritor, que cumple con solvencia y brillantez el papel de ojos del lector en esta obra.

Publicado en Culturamas

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Solaris

Solaris. Stanislaw Lem. Editorial Impedimenta. Traducción de Joanna Orzechowska. 296 páginas. 20’95 €.

Aprovechando el 60 aniversario de la primera publicación de Lem, aunque no su primera novela escrita, Impedimenta reedita Solaris, la que tal vez sea su obra más exitosa, traducida por primera vez directamente del polaco. Publicada en 1961, la novela se ha convertido con el paso del tiempo en su obra más conocida a nivel mundial.

Solaris supone una cumbre de la ciencia ficción debido a su estilo narrativo, en una primera persona minuciosa, que por momentos llega a ser agobiante y tensa hasta el extremo para un lector que se involucra completamente en la historia desde la accidentada llegada.

Kris Kelvin acaba de aterrizar con su nave en Solaris. En el planeta sólo hay tres hombres más, residentes en la estación de observación solariana a la que él ha sido destinado. Kris, psicólogo, llega allí para estudiar y analizar las extrañas conductas y actuaciones que están teniendo los demás.

Solaris es un planeta especial, nada parecido al nuestro. Tiene dos soles, y por lo tanto dos amaneceres y dos noches. Asimismo, no posee tierra firme, sino un inmenso océano que, además de estar cargado de elementos químicos, parece tener vida propia y pensar por sí solo.

El espectáculo que se encuentra Kelvin a su llegada no es, ni mucho menos, alentador. Los tres científicos le reciben con desconfianza e incluso con pavor. Snaut está asustado y le rehuye, Sartorius no se atreve a salir de su cubículo y, por si fuera poco, el que sería el tercero, Gibarian, se ha suicidado días antes de su aterrizaje. El desconcierto se apodera del protagonista.

Su reacción cambiará cuando Snaut le hable tímidamente de los “visitantes”, personas que aparecen cuando no deberían estar allí, y él mismo experimente la llegada de Harey, su mujer, que se suicidó años atrás y ahora no lo recuerda. La duda dejará paso a la confianza en el trabajo mutuo y los científicos intentarán estudiar el porqué de que el océano les envíe a estos seres tan reales y se introduzca en lo más profundo de su mente.

Lem crea una partida de ajedrez en la cual la ciencia y la psicología humana intentan ponerse en jaque continuamente. A lo largo de la trama Kris comprenderá que el recuerdo puede ser más fuerte que el sentido común y continuará su investigación con los sentimientos a flor de piel. 

El autor de Ciberiada o El hospital de la transfiguración, entre otras obras, alterna un lenguaje muy lírico, destacable sobre todo en la descripción del primer encuentro de Kris y Harey en la estación; con un lenguaje técnico-científico bastante adecuado, descriptivo y sencillo para el lector. Consigue crear una atmósfera intensa y angustiosa, un nuevo cosmos, en los que Kelvin mastica la dicotomía de lo real y lo irreal, la intensidad del amor y del recuerdo más íntimo y el miedo a la pérdida. 

Stanislaw Lem redactó una tesis novelada sobre las relaciones afectivas, la mente humana y el contacto con otras especies, con la excusa de una obra de ciencia ficción. Admirable creación, sin duda, que ahora recupera Impedimenta para su catálogo.

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sábado, 19 de noviembre de 2011

Vila-Matas: obras incompletas

El viajero más lento. El arte de no terminar nada. Enrique Vila-Matas. Seix Barral. 224 páginas. 17’50 €. 

Vila-Matas es una de esas personalidades literarias especiales, uno de esos escritores que nunca sabes con qué te pueden sorprender. En este caso, la sorpresa es menor, ya que su volumen El viajero más lento de Seix Barral no es más que una recuperación del conocido compendio de ensayos literarios que publicó Anagrama en 1992. En esta reedición el autor, eso sí, completa el conjunto con dos nuevos textos: el epílogo que da subtítulo a la obra, El arte de no terminar nada, y Café Bénabou. En el primer ensayo habla de la posibilidad que ofrece la literatura al lector de continuar él mismo la obra una vez finalizada la lectura. 

Puede ser el subtítulo de la obra –y así mismo el del nuevo texto incluido- una declaración de intenciones sobre lo que supone para Vila-Matas la Literatura: el arte de no terminar nada. Un constante cambio en el que tratamos de sacar algo en claro y encontrar respuestas a preguntas que quizá no las tengan. O tal vez sólo un juego. Muchos de los ensayos contenidos en este volumen tienen mucho de ese recreo. Es más, muchas de sus obras lo tienen. 

En El viajero más lento se atisban ya a lo lejos algunos de los caminos que el autor cogería después con su escritura. Muchos de los personajes que aparecen aquí mencionados serán los que aparezcan en obras posteriores del escritor catalán. Las ciudades son otro de los motivos, e incluso personajes, más importantes de su obra y también intuimos ya su relevancia. Lisboa, Dublín, París o Barcelona, que aparecen en la obra, serán los escenarios posteriores de París no se acaba nunca, Dublinesca o Una casa para siempre, entre otras. 

Una de las virtudes –o de los defectos, bendito defecto en ese caso- de Vila-Matas es la capacidad de hacer literatura de base literaria. Hablar de otros escritores, fundamentar sus obras en otras obras o hacer que giren en torno a la Literatura. Muchas veces he oído que se le critica por hacer algo que muchos llaman meta literatura y que, supuestamente, excluye de la obra a cierto tipo de lector. No lo creo en absoluto: cualquiera que se asome a las páginas de cualquier obra de Vila-Matas, en este caso de la que nos atañe, saldrá con un conocimiento mayor sobre los escritores y sobre los mecanismos de la Literatura en general. 

En El viajero más lento son muchos los nombres de escritores que salen a la palestra, dando muestra de lo que hablaba anteriormente. Conrad, Céline, Adolfo Bioy Casares, Echenoz, Jorge Luis Borges o su admirado Perec, que, entre otros, desfilan impasibles por las páginas de ruta de este viajero de la mano de uno de Bartleby, el escritor que dejó de escribir. Pongamos nuestra confianza en las musas para que Vila-Matas no deje de hacerlo nunca.


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domingo, 6 de noviembre de 2011

Fotonovela

Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer. Maximiliano Barrientos. Periférica. Relatos. 136 páginas. 16’50 €.

Basta con posar nuestra mirada sobre las tapas de esta pequeña obra para que empiece a poner en funcionamiento su mecanismo de seducción. El título es de los que atrapan y hace que ya merezca la pena incorporar el volumen a la biblioteca en cuestión. Si, además, le añadimos una sugerente fotografía de portada, es bastante probable que en cuestión de minutos hayamos quedado tan hechizados por el libro que viaje con nosotros en una bolsa o bajo nuestro brazo.

Efectivamente, el título no miente en absoluto. Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer consta de cinco relatos de personas que son jóvenes al comenzar la historia, pero que van incorporando a medida que esta avanza la sabiduría, cruda y cruel en ocasiones, del propio paso del tiempo.

Cuando somos adolescentes casi todo son victorias, nos sentimos ganadores, pero no sólo eso, sino que no aceptamos la posibilidad de que algo nos pueda hacer claudicar. No contemplamos la idea de ser derrotados. Y si caemos, las derrotas son más pequeñas que cuando crecemos. Los adolescentes –o jóvenes- que describe Maxi Barrientos también tienen estos pensamientos al comenzar la historia. Sin embargo, el tiempo avanza y la vida les infringe duras derrotas en forma de enfermedades, desamores, muerte o distancias insalvables. Se puede decir que este libro descompone esos instantes, esas fotografías, en los que la vida sacude a alguien que, tras recibir el golpe, comprende que la juventud y la belleza no duran eternamente. Son los instantes en los que aparecen las arrugas invisibles, los momentos clave en los que comenzamos a hacernos viejos y experimentados.

Sorprende la juventud del autor al tratar estos grandes temas con el criterio y el estilo aparentemente experto con el que escribe. Sin alcanzar ni siquiera los treinta y cinco, Maxi Barrientos se ha convertido ya en una de las figuras emergentes de la literatura boliviana e incluso del panorama latinoamericano de las letras.

Las historias están cargadas de metáforas sutiles, de amor y ruptura, de encuentros y desencuentros que se suceden a lo largo de los años. No obstante no se puede reducir a un conjunto de relatos que giran en torno al amor y las relaciones. Se trata más bien de los reveses y los giros que nos hacen tambalearnos, si bien es cierto que las relaciones y sus transiciones toman un protagonismo elevado en los cinco cuentos.

Barrientos juega con la idea de los recuerdos. Son a lo que él llama fotos en el título de la obra. ¿Qué son los recuerdos si no fotografías mentales que, voluntariamente –o no-, almacenamos en nuestra memoria visual o sensitiva? El autor boliviano muestra su estilo narrativo fragmentado a la hora de componer una novela puzle, en la que todas las historias ensamblan a la perfección, a pesar de que cada pieza sea distinta y responda a un nombre propio diferente al resto. 

Publicado en La Huella Digital

martes, 18 de octubre de 2011

Los espectros atemporales

Los ingrávidos. Valeria Luiselli. Editorial Sexto Piso, 2011. Narrativa. 144 páginas. 15’90 €.

Todo el mundo busca a alguien en ese lugar tan impersonal que es el subway. La primera novela de la prosista mexicana Valeria Luiselli  transcurre haciendo honor a su nombre, en espacios ausentes de gravidez en los que unos personajes ávidos de rozarse unos con otros se entrecruzan buscando el encuentro definitivo.

Existen novelas que se pueden leer de diferentes formas, tal vez cada persona las lea según su estado de ánimo. Es lo que solemos denominar como novelas o textos fragmentarios, en los que las páginas se suceden sin orden aparente y los personajes van construyendo realidades que bien se podrían comenzar a edificar por el tejado. Así es Los ingrávidos, una novela compuesta por fragmentos de extensiones dispares que se juntan y se distancian al igual que sus personajes.

“¿De qué es tu libro, mamá? Es una novela de fantasmas”. El hijo de la narradora principal es quien pregunta, la mamá responde. Y así es. Si nos ceñimos a la explicación de la narradora, es una novela de fantasmas y reflejos. Dos voces componen la historia.

La narradora, que relata su juventud como editora en Nueva York entremezclada con su vida sin vínculos afectivos del presente, en la que sólo trata de escribir su novela lidiando con las dificultades del día a día. La segunda voz es la del poeta centroamericano Gilberto Owen, del que Valeria Luiselli rescata sus años en la gran manzana, a través de su propia narración.

La joven editora encuentra una carta del poeta en la que descubre que vivía muy cerca de la casa en la que ella reside. A partir de entonces investigará y creará notas sin parar sobre el poeta que fabulaba nuevos grupos literarios junto a Lorca y Louis Zukofsky. La voz de Gilberto Owen hará las funciones de hilo que une las dos historias, que por momentos se tornan paralelas.

La historia del pasado y el presente se liga y se acentúa cada vez que los personajes descienden al metro –el subway-, el hilo conductor que desgrana y vigoriza el pretérito. La joven lee, apoyada en el cristal, cuando de repente se percata que hay un vagón que circula en paralelo al suyo a la misma velocidad. El cristal le devuelve un reflejo de si misma que poco a poco se convertirá en la persona que la mira desde el otro vagón. A su vez,  el poeta Owen observa siempre a la misma chica que lee apoyada en el cristal y, que, en un momento dado, se detiene a observarle un instante.

Sus vidas –o sus muertes- circulan en paralelo durante toda la historia, como si ambos fuesen personajes de la narración del otro, que sólo son capaces de encontrarse en ese purgatorio temporal que supone la red de metro, donde los fantasmas de otras vidas se deslizan junto a los presentes.

La estructura fragmentaria, así como el estilo oscuro de Luiselli, rememoran desde una prudente barrera la hipertextualidad de Julio Cortázar y su obra maestra Rayuela. La novela de la mexicana guarda tantos matices que no debe asustarnos la idea de llevar a cabo una relectura: seguro que en ella obtenemos datos que inicialmente habíamos desestimado o pasado por alto.

Valeria Luiselli se ha erigido como una de las voces más laureadas de la nueva narrativa mexicana. Su literatura supone un soplo de aire fresco para la cultura del país centroamericano, que celebra su primera novela con grandes elogios de la crítica. Pocos escritores que no sobrepasen la treintena consiguen hitos semejantes hoy en día. Sin duda, Los ingrávidos es merecedora de todas las buenas palabras que haya cosechado.


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sábado, 15 de octubre de 2011

La lírica de la ruptura


El final del amor. Marcos Giralt Torrente. Editorial Páginas de Espuma. 168 páginas. 15 €.

Todo tiene su fin, que decía Medina Azahara. Y muchas veces el momento justo en el que algo termina no es el más difícil. A veces ese camino hacia el final es realmente lo más tortuoso y lo más dañino. Ese es el camino que transita Giralt Torrente en los cuatro relatos que nos brinda en esta obra editada por Páginas de Espuma.

Muchas veces en el dolor que sentimos está el aprendizaje más útil de nuestra vida. Es como si fuésemos máquinas diseñadas para extraer lo positivo de aquello que nos debilitase y nos hiciera más pequeños y vulnerables para fortalecernos de cara al futuro.

El final del amor ahonda en cuatro relaciones muy distintas, cada una en su estadio de irresolución, cada una en un mundo distinto, como prueba de la diferencia existente entre los humanos, pese a su aparente similitud.

En el primer relato, Nos rodeaban palmeras, el autor nos sitúa en un entorno exótico, entre dos parejas, en un viaje de placer. Los lugareños se muestran algo amenazantes ante la presencia de éstos, sobre todo el jefe del poblado. Mientras tanto, una de las parejas se empeñan en hacer lo que les plazca, la pareja protagonista se enfrenta a un distanciamiento cada vez mayor que se opone a lo que en un principio buscaban con ese viaje: reencontrarse. Las diferentes visiones nos van llevando frenéticamente a un desenlace y a la vez un desencuentro que intuíamos desde la primera frase y que se cierra con una frase desoladora: Mucho más tarde, en la cama, quise abrazarla, pero se zafó.

Cautivos es el segundo relato y el de más tensión. Posiblemente sea el más duro y el más difícil de olvidar, por ser a la vez el menos usual. Un escritor asiste a la casa de una pareja de antiguos amigos que conoció en Nueva York. En aquella época, la pareja ya parecía vivir una relación un poco extraña en la que cada uno de los amantes vivía un poco distante de la propia relación. Sin embargo, años después, lo que encontrará en esa casa a la que llegará la pareja tras la huida de lo inevitable, será aterrador y dolorosamente tenso.

El tercer cuento de Giralt Torrente, Joanna, describe un amor juvenil prolongado en el tiempo. La desolación de los jóvenes cuando saben que no se verán nunca más o que si lo hacen será de manera fugaz y fugitiva. Joanna es un relato marcado por la violencia que no desprende ni un mal gesto. Un amor de verano. Una serie de encuentros que ninguno de los dos olvidará. Una promesa a diez años vista. Y muchos años después de todo, un locutor de radio que ya ha formado una familia, al que le llega una historia a través de la que recuerda a Joanna, una mujer que creció marcada por la cicatriz.

Por último, el escritor regresa a lo más cotidiano con Última gota fría, un relato sobre matrimonios que se rompen y nunca se niegan el amor. Contradictorias relaciones que sólo parecen funcionar cuando no hay convivencia, cuando no existe tanta obligación. Dos personas que no viven juntas, ya no son matrimonio, pero se quieren más que al principio; y un hijo que fantasea con la idea de que sus padres vuelvan a vivir juntos y así, el nuevo novio de su madre se vaya por fin y vuelva su padre a casa. Como en todos los relatos, un terrible suceso determinará o acelerará el fin de la relación, anticipará el final del amor, aunque en este caso queda el otro amor irrealizable por exceso. Pronto el chico comprenderá que tal vez su deseo no sea lo más adecuado y tendrá que elegir si intentarlo.

Marcos Giralt Torrente ha escrito un pequeño tratado imprescindible sobre el amargo sentimiento que nos aborda cuando algo que hemos querido mucho se rompe. Querer es difícil, pero mucho más difícil es dejar de hacerlo. El autor lo sabe y, lo que aún es más complejo, sabe escribirlo y hacernos partícipes de las sensaciones de sus personajes de una manera asombrosa y con una sencillez que asusta. El final del amor constituye una pequeña obra sobre el amor, que a su vez sobrepasa el amor y todo lo que su fin conlleva. Sin duda, una obra muy recomendable, que obtuvo el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero con total merecimiento.

Publicado en La Huella Digital