Harry Potter y sus amigos se hacen mayores. Es algo que venimos viendo desde que comenzó la saga de películas, con la que los protagonistas han crecido. La evolución en la trama es similar. Siempre pensé que la saga Harry Potter maduraba conforme se iba llegando al desenlace. Es por ello que me parece una gran obra literaria. Crea un mundo complejo y completo, y además hace sufrir a este cambios y evoluciones (o involuciones).
Esta vez llega a la gran pantalla la primera parte de la séptima entrega: Harry Potter y las reliquias de la muerte. La historia termina de madurar en esta entrega y la guerra que se avecina empieza a palparse con multitud de hechos en el mundo mágico, que recuerdan a los prolegómenos de nuestra ya vivida segunda guerra mundial. Desde siempre pensé que la saga era un fiel reflejo de la etapa de entreguerras, el ascenso del nazismo y ese oscuro periodo histórico.
Harry Potter y las reliquias de la muerte se desarrolla fuera del castillo de Hogwarts por primera vez desde que los tres amigos entrasen a aprender magia hace unos años. Dirigida por David Yates, es la película más oscura de todas las que se han realizado hasta ahora, con abundancia de elementos góticos y una atmósfera gris que ayuda a adentrar al destinatario en ese ambiente de preguerra que se empieza a palpar en el mundo mágico. En este contexto, existe una escena que por sí sola merece la pena toda la película y que narra el desahogo de Harry y Hermione de todo lo que están viviendo para su tan pronta edad. La escena del baile de los dos amigos.
Es una época de cambios. Ha llegado el momento en el que empiezan los posicionamientos y, pronto, se empezará a ver quiénes son los que están de un lado y quiénes del otro. Mientras tanto, Harry, Ron y Hermione se lanzan a la búsqueda de los horrocruxes, los pequeños objetos en los que Voldemort esparce los siete trozos de su alma, con la idea de destruirlos en nombre del malogrado Dumbledore, que antes de morir legó a los chicos unos valiosos objetos: a Ron un desiluminador, que desempeñará un importante papel, a Harry su inseparable capa invisible y la snitch dorada que capturó en su primer partido de quidditch, y a Hermione un libro de cuentos y fábulas de Beedle el Bardo. Estos elementos constituirán una línea de seguimiento del argumento en toda la obra.
No obstante, esta película (o libro) no se centra tanto en los chavales, sino que también deja un importante lugar al contexto en el que se encuentran. Los mortifagos han tomado el ministerio de Magia y están obligados por el Señor Tenebroso a llevar a Harry Potter vivo ante él, el mundo está atestado de carroñeros, que buscan y secuestran en nombre de Voldemort tanto a magos contrarios al régimen como a muggles, catalogados por ellos como sangre sucia.
La película hace honor suficiente al libro –en toda la saga es así-, y no deja al libro a baja altura, sino que lo sigue bastante bien y respeta en todo momento el argumento y la secuencia de hechos, salvando algunas pequeñas licencias. Mucho más cargada de acción, como se preveía después de ver Harry Potter y el misterio del príncipe, la película nos deja una expectación grande ante la segunda parte y definitiva que se estrenará el año que viene por estas fechas y cerrará la saga.
Publicado en A mí películas
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