Dublinesca. Enrique Vila-Matas. Editorial Seix-Barral. Colección Biblioteca Breve. 328 páginas. 19 €.
En una visita tradicional de cada miércoles, a casa de sus padres comienza todo. Samuel Riba –Riba para los amigos- es un antiguo editor literario que se siente desolado desde que abandonó su labor editorial. Se considera a él mismo como el último editor vivo. A la vuelta de Lyon su madre le pregunta: “¿Y ahora qué planes tienes?”. De repente, se acaba de dar cuenta de que ya nunca tiene planes. Desde que abandonó la editorial ya no asiste a presentaciones, convenciones de editores y toda esa suerte de parafernalia. Su vida transcurre en Barcelona y roza la monotonía más absoluta. Por si fuera poco, la rutina le asola cada día desde que dejó el alcohol tras un grave problema de salud.
“Preparo un viaje a Dublín”, contesta, ayudado por un extraño sueño que tuvo en el que la ciudad y su mujer, Celia, eran los protagonistas. Un sueño premonitorio de intensidad inigualable que le hace sentir curiosidad por la ciudad. Irá a Dublín, y lo hará para celebrar un funeral por la era Guttenberg.
Dublinesca, última obra de Vila-Matas, revela una literatura de altos vuelos, en la que el propio Vila-Matas se revela, una vez más, como un escritor de escritores, con una novela plagada de citas y anécdotas sobre sus colegas. La acción gira en torno a dos ciudades: Barcelona y la propia Dublín, dos de las ciudades del autor.
Pero Riba no irá solo, convence a unos amigos para acudir con el pretexto del Bloomsday joyceano. No les manifiesta su idea de celebrar el réquiem por su época, incluso casi por él mismo. El Bloomsday se convierte, por tanto, en el telón de fondo de este viaje, en el que las citas y anécdotas de la novela de Joyce, contadas e incluso vividas por los propios personajes son numerosas.
Vila-Matas se muestra como un intenso lector del Ulises de Joyce y convierte Dublín en una ciudad oscura, nebulosa y repleta de fantasmas, quizá los propios fantasmas del editor al que da vida en estas páginas. Consigue crear una atmósfera brumosa en la que los pensamientos y los propios miedos de los personajes pasan a ser casi parte activa del hilo argumental, incluso a veces de las presuposiciones del lector. Y todo aderezado con un humor latente y gris que sobrevuela la historia de principio a fin.
Dublinesca transforma la capital irlandesa en un funeral por toda una época, por la literatura, esa “gran puta de la literatura”, en la que Joyce, Beckett y el ansiado escritor genial que tanto obsesiona a Riba, y que nunca llegó a conocer ni editar, deambulan sin saber si son imaginados o realmente existen y son reales.
Una novela, que sin ser de fantasmas ni terror, deja entrever mucho de ambos entre líneas. Para concluir una cita de la obra de Vila-Matas. “Quizá tiene razón Dublín. Y puede, además, que sea verdad que hay focos de espacio y tiempo conectados entre sí, focos entre los que podemos viajar los denominados vivos y los denominados muertos y de ese modo encontrarnos.”.
Publicado en La Huella Digital
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